Pintura inclusiva: Natalia Matiusci, la joven que expone sus cuadros en la feria de Alto Verde

Muchas veces el talento se ve a simple vista y el arte se vuelve un lugar de pertenencia, libertad e inclusión absoluto. Esto es lo que siente Natalia, una joven con Síndrome de Down que deja su esencia en cada una de sus pinturas.

Por Casandra Quevedo

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El arte es un gran espacio de expresión cuando muchas veces no nos sale decir lo que queremos con las palabras. Natalia Matiusci tiene 38 años y encontró una gran pasión en la pintura. Desde hace 6 años asiste a clases con su profesora Graciela Muzzi, con quién formó una amistad que es digna de contar.

“Es un aprendizaje para ambas poder trabajar juntas y es impresionante la evolución que tuvo hasta la fecha; cómo manejó su motricidad fina, que generalmente es una dificultad para las personas con Síndrome de Down, por lo que los movimientos son más torpes y los límites en un dibujo no se respetan. Pero es increíble como ella de a poco pudo manejar su fuerza, la presión sobre el pincel y las pinceladas. Hace cosas muy lindas”, expresó su profesora.

Pinturas que van más allá de cualquier valor

Si hay algo que Natalia quiso resaltar es que para ella “pintar es un placer y más siendo guiada por Grace”, porque la deja pintar libremente. Justamente, fue idea de su profesora que expusiera sus cuadros en la feria de Alto Verde. Si bien tanto la familia como Graciela aclararon que no fue por una necesidad económica, vieron como una gran oportunidad para Nati mostrar su arte y venderlo, para poder comprar los materiales que use en un futuro.

“Hace rato que lo tenía pensado, porque no te puedo decir la cantidad de cuadros que pintó Natalia en 6 años, ella termina 1 cuadro en 2 clases. Y la idea de la venta surgió porque se agotaron los parientes para regalarles los cuadros que hacía. Por eso le dije un día que empezáramos a venderlos para que compre sus pinturas, que son bastante caras”, dijo Grace.

Así fue como llevaron a la feria 10 cuadros de distintas temáticas: flores, playas, jarrones con flores, naturaleza muerta y paisajes con agua, entre otros. Pero más allá de la venta, para Natalia lo más importante es el reconocimiento de su arte. Por su parte, su profesora tiene como objetivo seguirla perfeccionando en técnicas, para que Nati pueda usarlas en todos los ámbitos y genere más independencia.

Un cariño que se refleja en cada pincelada

Ver el progreso de un alumno es uno de los orgullos más grandes de un maestro. En la feria, los vecinos que pasan por el stand de Nati pasan a saludarla y al comprarle un cuadro reciben en realidad un gran regalo de ella, que es su talento.

Esto es lo que también puede ver Graciela, quién entiende más que nadie que hay detrás de esas pinturas: “Es muy lindo el cariño que nos tenemos. Todos los logros que pudimos tener fueron gracias al acompañamiento de la familia. Cuando vino Natalia por primera vez lo hizo con mucha timidez y con sus padres. Me trajo un trabajo con el que recibió un premio y fue ahí que dije ‘tiene un potencial acá, entonces vamos a sacar lo mejor de ella’. Le pedí a los papás que nos dejaran solas”. El resto, es la historia de una hermosa amistad que se ve reflejada en cuadros…