Quique Di Mauro: “No sería mala idea seguir siendo titiritero en la próxima vida”

Enrique es heredero de un clan de titiriteros que marcaron el arte de manipular muñecos; ya que padre Héctor y su tío Eduardo, fueron discípulos del gran Javier Villafañe y reconocidos en toda Latinoamérica. En el día Nacional del Teatro te contamos su historia.

Por: Lic. Javier Alday

titiritero

Títeres caseros de varios tipos y estilos, afiches prolijamente colocados en la pared que denotan décadas de experiencias y algunas placas y premios de reconocimiento, cuidadosamente apoyados sobre una vitrina… Son muchos, y a la vez armónicos, los estímulos visuales que el cuerpo experimenta al ingresar al taller del titiritero “Quique” Di Mauro, ubicado en B° Alto General Paz.

Este 2021, “Quique” celebra los 50 años de su compañía “El Telón”, la cual dirige y con la que recorrió 16 mil kilómetros en el año 2014, realizando funciones en diversos países latinoamericanos. Sin embargo, asegura: “Argentina está considerada, por todos los colegas de habla hispana, como el país donde más está desarrollada nuestra profesión. Hasta hace tres años atrás, existían más de 80 festivales de títeres en Argentina. Sólo en Córdoba, en el receso escolar, existían 11 festivales y todos con salas llenas. Nuestra ciudad está considerada prácticamente como la capital nacional del títere”.

Historia de un legado

“Siendo mi padre y mi tío titiriteros, mis inicios como tal, fueron desde muy temprana edad. Se puede decir que la primera vez que vi una función de títeres, fue en mi primera semana de vida. Con mi primo Daniel, hijo de Eduardo, decidimos formarnos como titiriteros desde muy pequeños. En el año 1971, formamos nuestro grupo “El telón” y en enero del año 1972 tuvo su debut en el Centro Integral del Títere, que funcionó en el Parque Sarmiento”, recordó Enrique.

El proceso creativo

El artista aseguró: “No hay una ‘universidad de títeres’ donde se salga con el ‘título de titiritero’. Si bien existen algunas escuelas, en general, el diploma o ‘el título’ no garantizan que sea buen profesional. Es necesario, además, tener algo en el alma que lo haga ‘vibrar’ con los títeres. En definitiva, un titiritero es un actor que tiene la compleja tarea de darle vida a un objeto inanimado; pero que toma vida con la mano del titiritero”.

En cuanto al proceso creativo de un personaje, Quique comentó que “éste puede nacer en el mismo instante que el titiritero se lo ha puesto en la mano. O puede estar mucho tiempo en la valija ese muñeco, hasta que de pronto ‘aparece’ en la situación correcta y se lo bautiza”. También explicó que hay personajes cortos y con acciones puntuales; y existen otros que ya tienen su personalidad y carácter propio. “El proceso de creación también depende del contexto donde se desarrolle ese espectáculo”, sumó.

Sana profesión

“Estoy en esta reencarnación que me toca y me encanta ser titiritero. No sería mala idea seguir siéndolo en la próxima vida. El titiritero, en general, vive feliz porque tiene muchas cosas a favor: es dueño de su tiempo, no tiene jefe, es una profesión que te permite viajar y cobrar por hacerlo”, aseguró Quique Di Mauro.

Por último, contó una experiencia que hace reflexionar: “En uno de mis festivales de títeres, organicé una charla debate con tres médicos, que se titulaba: “¿Cuáles son las enfermedades del titiritero?”, pensando -por ejemplo- en el cuidado de la voz; en un traumatólogo, por el cuidado de la médula espinal; en algún psicólogo, por los posibles pánicos escénicos… Pero los médicos terminaron hablando de las enfermedades de las que se salva un titiritero. En realidad, muchas de las enfermedades tienen que ver con el estrés y, el titiritero en cambio, se carga de pilas con los chicos, que es muy gratificante e impagable”.