Ricardo Cassani vive en Cruz del Eje y hace muchos años descubrió sus dos pasiones: la fotografía de naturaleza y la astrofotografía. Tanto fue su interés y aprendizaje que se lo transmitió a su hijo Pablo, quién hoy lo acompaña a fotografiar animales autóctonos en su hábitat.
El deseo de registrar el cielo
Ricardo recordó que todo empezó cuando le llamó la atención un telescopio que se encontraba en una vidriera de Capilla del Monte: “Fue una atracción y tuve el deseo de comprarlo para poder observar el universo”, expresó. Solo pasaron un par de días y comenzó a buscar más información en libros y guías. Después, su interés escaló a la fotografía.
“Cuando uno mira las constelaciones y el cielo, quiere quedarse con un recuerdo y fue así como me compré mi primera cámara de fotos, una Canon 450d”, confesó el fotógrafo. No tuvo que pasar mucho tiempo para que se diera cuenta de la belleza de retratar también a la naturaleza que nos rodea.
“Mientras estaba aprendiendo, vi un sitio de España y me enamoré de lo que vi, de las fotos de las aves, de mamíferos; y los fotógrafos usaban una cámara similar a la mía. Así que, me aventuré a comprar un zoom. Fue un desafío pero así me convertí en un apasionado”, contó Ricardo.
Más allá de un click
Según el aficionado a la fotografía, si bien el “click” es el resultado final, existe un largo proceso previo: “Se debe hacer un estudio de campo, recorrer la zona, observar dónde se posan los animales. Cada especie tiene características, lugares, épocas específicas y eso, hay que estudiarlo”.
Sobre la técnica que usa para retratar la naturaleza, puntualizó: “Lo que busco es resaltar la belleza del animal, que sea un posadero natural, limpio, con fondo de color, desenfocado, que permita destacar características y acciones”. Además, sumó: “Retratar la vida de un ave me hace sentir que vivimos en equilibrio, y eso trato de transmitir en mi trabajo”.
Siguiendo los pasos de papá
Pablo tiene 13 años y a los 9 fue cuando se interesó por la fotografía y comenzó a retratar animales con su papá. Su primera captura fue a un Martín Pescador y, desde ese momento, no paró. Actualmente, comparten días enteros de retratos por el interior de Cruz del Eje y alrededores.
Sin dudas, la fotografía les cambió la vida y se convirtió en un espacio de encuentro entre ellos. Ricardo concluyó: “Es lo que comparto con mi hijo, que me deja momentos increíbles, de emoción, adrenalina; son instantes que no tienen precio”.