Hay proyectos que no nacen de una estrategia comercial, sino de una pulsión profunda. Libélulas surge desde ese lugar íntimo y genuino, impulsado por el deseo de transformar lo descartado en algo vivo. Roxana, su creadora, lo resume con claridad poética: “Libélulas nació del deseo de transformar lo que otros descartan en algo vivo, sensible y con sentido”. Así, cada prenda deja de ser un resto para convertirse en un nuevo comienzo.

El nombre no es casual. Para ella, “darles nuevas alas es honrar la historia de cada prenda, resignificarla y permitirle volver a volar: no como resto, sino como identidad, expresión y posibilidad”. En Libélulas, nada se borra: todo se transforma. Las marcas del tiempo, las costuras antiguas y las texturas gastadas son parte esencial del relato que cada pieza conserva.

El proceso creativo se construye desde la escucha y el respeto por el material. “Partimos de la escucha del material: el denim y los textiles recuperados marcan el ritmo”, explica Roxana. No hay imposiciones ni moldes rígidos; hay observación, intuición y diálogo constante con la prenda original, que guía cada decisión.

Ese diálogo se traduce en un trabajo artesanal profundo. “Observamos, deconstruimos, intervenimos y reconstruimos a mano, respetando huellas, texturas y tiempos”, detalla. El resultado no busca la perfección industrial, sino la singularidad. “Cada pieza es irrepetible porque nace del diálogo entre lo que fue y lo que puede ser”, afirma, marcando una distancia clara con la lógica de la producción en serie.

“No solo vestimos cuerpos, acompañamos la esencia”. En Libélulas, cada prenda nace desde una mirada sensible y profunda sobre la moda, entendida como identidad y expresión personal.

Moda circular que resignifica lo olvidado

La propuesta de Libélulas no se limita a reciclar telas: apunta a una relación distinta con el vestir. “No vestimos cuerpos: acompañamos identidades”, sostiene Roxana. Desde esa mirada, la moda circular que proponen “se adapta, abraza y libera, porque entiende al cuerpo como territorio cambiante”, alejándose de estándares rígidos y mandatos estéticos.

En ese camino, la marca se planta frente a las tendencias pasajeras. “Las tendencias pasan; la esencia permanece”, remarca. Cada diseño busca algo más profundo: “Diseñamos para que cada persona se reconozca en la prenda, hoy y siempre”, generando un vínculo emocional que trasciende temporadas y modas.

Otro de los pilares de Libélulas es la idea de una moda sin edades ni límites. “Diseñamos sin edades porque creemos en la diversidad real”, afirma Roxana, convencida de que la ropa no debería clasificar ni excluir. Esa convicción se traduce en colecciones pensadas para múltiples corporalidades, historias y etapas de la vida.

“Nuestras colecciones nacen para todos los cuerpos, capacidades y etapas de la vida”, enfatiza, y agrega que ver sus diseños en pasarelas inclusivas es una confirmación del camino elegido. “Reafirma que la moda puede ser un espacio de encuentro, no de exclusión”, dice, poniendo en palabras una práctica que se sostiene desde lo cotidiano.

“Darles nuevas alas a lo que fue descartado es honrar su historia. Libélulas transforma el descarte en diseño con conciencia”

El impacto de esta forma de hacer moda va más allá del diseño. “La moda responsable invita a desacelerar y a elegir con conciencia”, reflexiona Roxana. En un sistema acelerado y descartable, Libélulas propone detenerse, mirar y volver a conectar con el valor de lo hecho a mano y con sentido.

Para ella, el alcance es doble: “En la industria, propone nuevos paradigmas; en las personas, despierta pertenencia y orgullo”. Elegir Libélulas no es solo una decisión estética. Como concluye su creadora, “es elegir una forma de habitar el mundo con respeto, sensibilidad y compromiso”, dejando que cada prenda vuelva a desplegar sus alas.

Más info: Libélulas
https://www.instagram.com/libelulas2020