Con forma de guitarra: una historia de amor detrás de un campo de General Levalle

El espacio con forma de instrumento llevó un trabajo de 5 años, fue hecho con más de 7000 árboles y abarca 25 hectáreas.

Guitarra

A 19 kilómetros de la localidad cordobesa de General Levalle, en la provincia de Córdoba, existe un campo que forma una inmensa guitarra y puede verse desde el cielo. Esta impresionante obra forestal, fue construida con más de 7000 árboles y hasta es visible desde Google Earth.

Los curiosos, intentaron descubrir el significado de este campo, y como no podía ser de otra manera, tiene por detrás una hermosa historia de amor. Se trata de un homenaje que decidió hacerle el productor agropecuario Pedro Martín Ureta, a su esposa Graciela Yraizoz. Se sabe que la mujer falleció a los 25 años, en el año 1977.

Una guitarra hecha de árboles

Cabe destacar que esta guitarra llamó la atención de los satélites de la NASA, ya que posee distintos colores si se la ve desde arriba. ¿Cómo logró este productor crear algo así? Los detalles son los siguientes: los contornos están conformados por árboles cipreses californianos, lo que le da desde las alturas un color verde oscuro. Por otra parte, las cuerdas, están hechas con eucaliptos medicinales de tono azulado; y el puente y la estrella que decora, están conformados por pinos cipreses de piña.

Otro dato importante a tener en cuenta, es que el gran resultado que se ve hoy, llevó un gran proceso: cuando los árboles se plantaron, a fines de los 70, tenían entre 15 y 25 centímetros de altura. Durante este tiempo, lucharon contra las inclemencias del clima y los daños que producían a los retoños las liebres y cuises que pueblan la zona. Unos 35 años después de la muerte de Graciela, los árboles alcanzaron su tamaño definitivo y su madurez (esto fue lo que permitió que los detalles sean totalmente visibles desde las alturas).

Una historia de amor y un sueño

En septiembre del 2019, tras haber podido lograr el deseo de su primera esposa, Pedro Ureta falleció y partió junto a ella. Su historia de amor es digna de admirar. Según contaron sus hijos, los protagonistas se conocieron cuando Pedro volvió de Europa en su juventud y conoció a Graciela Yraizoz. No pasó mucho tiempo para que se enamorara perdidamente de ella. En ese entonces, él tenía 28 años, y ella, apenas 17.

Por esta diferencia de edad, el párroco de la localidad no estaba convencido de celebrar la unión, pero Pedro le demostró su compromiso y la devoción que tenía por su futura esposa. Así fue como decidió casarlos. A Graciela le gustaba volar sobre la topografía pampeana, y en uno de sus vuelos descubrió un campo al que le vio forma de balde. Sus hijos contaron que, a partir de allí, ella empezó a soñar con su propio campo, pero con forma de guitarra.

Pero Pedro estaba ocupado en ese momento y, si bien no descartó la idea de su esposa, la iba postergando. “Después, hablemos después”, le decía. Pero no hubo ese “después”. Un día de 1977, Graciela Yraizoz, se desmayó y falleció a causa de un aneurisma cerebral. Para ese momento, tenía tan solo 25 años y estaba embarazada del que no pudo ser el quinto hijo de la pareja. Por este motivo, Pedro decidió cumplirle el sueño que no pudo en vida y existe el “campo en forma de guitarra”.