Por: Lic. Javier Alday
Una clara analogía con el fútbol, puede graficar el rol de preceptoría dentro de una institución educativa secundaria: “Si lo trasladamos a una figura del fútbol, es el que juega de número 5, porque siempre está en el medio de todos los actores de la institución”, aseguró el Prof. Daniel Varela, Jefe de Preceptores en el Instituto José Peña y Preceptor en el I.P.E.M. 35 “Ricardo Rojas”.
Entre la multiplicidad de funciones del cargo, en esta oportunidad, haremos foco en su rol como agente promotor de la sana convivencia entre los y las estudiantes. La problemática del bullying, una de las principales.
Ganarse la confianza
Es muy importante conocer a los alumnos y su problemática, tanto particular como familiar, para tener un panorama amplio y así saber cómo actuar ante distintas situaciones que se puedan presentar. El tiempo que pasamos con ellos es extenso y cotidiano, y ganarse la confianza de los alumnos es importante. De esta manera, ellos te cuentan o consultan ante inquietudes que les puedan surgir, tanto en la presencialidad como en la virtualidad, cómo se vivió y se vive en estos momentos. También somos consultados permanentemente por los padres, con quienes también tenemos que desarrollar un trato amable y cordial, para guiarlos en la educación general de sus hijos.
Eliminar los estigmas
El bullying es una denominación moderna de una situación que siempre existió, según mi opinión. Desde que soy chico escuché decir, “el gordo”, “el flaco”, “el petizo”, “el lungo”, “el antiojudo”, y varios otros motes. Pero desde hace un tiempo, se le empezó a prestar más atención a estas definiciones, y cómo afectan psicológicamente a las personas que lo reciben.
Más cercano en el tiempo, apareció la figura del cyberbullying o cyberacoso, que es el bullying en las redes sociales. Como preceptor, manejar esta situación, suele ser una tarea complicada, pero con la debida asistencia y colaboración de los gabinetes psicopedagógicos se pueden lograr buenos resultados, en cuanto a la recuperación de la autoestima de los acosados y a la concientización de los acosadores (en caso de que sean compañeros), que es algo que está mal y no se debe hacer. La mejor forma de prevenirlo, es hablando con los chicos y marcarles esos errores. En definitiva, es necesario hacer docencia todo el tiempo.
Sin dar la cara
Me parece que los casos de bullying han decrecido, al menos en situaciones “cara a cara”. Esto puede deberse a dos motivos: el primero y más importante, es por todas las acciones que se han tomado con respecto a la prevención, haciendo talleres y charlas sobre este tema. En segundo lugar, y desde mi modesta opinión, el pico de bullying se dio porque era casi una “moda”. Estaba en el centro de la escena, tanto de parte de los acosados como los acosadores. La mezcla de estos dos elementos ha hecho decrecer, insisto, el declive de la curva de acosos.
Pero en el plano virtual, las situaciones de acoso escolar siguen igual; no han decrecido. Las acciones de bullying que antes se hacían “cara a cara”, hoy se han trasladado al plano de la virtualidad. Detectar estos casos no es fácil. En general, nos enteramos cuando nos cuentan lo que están atravesando los alumnos, contado por ellos mismos o por algún compañero amigo de los acosados. A veces nos damos cuenta por el cambio de conducta de los alumnos, pero esta situación no es fácil de ver. También destacaría la colaboración de los docentes, quienes nos informan si detectan algún cambio de humor sospechoso, por parte de un alumno.
El bullying y las familias
Acá nos encontramos con un primer problema, y es que los acosados suelen no contarles esta situación a sus padres. Hay alumnos que les ocultan esta situación a sus familiares. En el caso de que se identifique dicha problemática, trabajamos con las dos familias. Si son los padres los que detectan esta situación y se acercan al colegio, trabajamos con la familia, apoyados, como ya dije, con el gabinete psicopedagógico y el equipo directivo.
Una vez conocido a fondo el tema, citamos a la familia del acosador, para informar esta situación y se trabaja también para que no se repitan estas situaciones. Generalmente, los padres reaccionan muy bien, tanto los del acosado, como los del acosador, porque ambas partes desean lo mejor para sus hijos y nosotros lo mejor para todos. El objetivo final es lograr una buena convivencia, tanto en la escuela, como ante la sociedad, que es -en definitiva- nuestro objetivo final, formar personas educadas e íntegras.