La palabra y el bordado como camino hacia la libertad

Karola Margara nos cuenta en primera persona que se puede salir adelante ante cualquier situación adversa que la vida nos imponga, con metas claras, con el valor de pedir ayuda y de aceptar que solo no se puede. Palabras que sanan y que son una luz para el final de cada túnel

 

Muchas son las historias de resiliencia que se cuentan, todas y cada una son diferentes entre sí. Cada protagonista piensa y siente de una manera personal cada situación de su vida y tiene su propia voz para transmitir sus experiencias para ayudar a quien transite por el mismo camino. Karola Margara nos comparte su testimonio y nos ayuda a entender sobre las voluntades y las deficiencias del que sufre problemas de adicciones. Utilizar sus palabras como recurso para comenzar a luchar contra las enfermedades mentales.

¿Podrías contar brevemente como comenzó tu historia en relación a las adicciones y qué sensaciones y pensamientos tenías en esos momentos?

Cuando nació mi hijo a mis 28 años tuve la primera depresión post parto, en ese momento consumía solo alcohol, mucha cerveza, pero nunca me trajo problemas hasta ese momento. Luego de ese primer estado me sucedieron tres episodios más de depresión que me llevaron a ser paciente psiquiátrica y comenzar a tratarme. En general, en lo que respecta a las adicciones hay patologías duales, en mí apareció primero la depresión y luego la adicción a diferencia de otros pacientes que sufren primero adicción y luego alguna otra patología de salud mental.

Las adicciones no tienen que ver con la voluntad sino con muchas situaciones que se tienen que dar juntas, que son biológicas, hereditarias, ambientales, sociales. En mi familia tengo parientes muy cercanos que son alcohólicos. Cuando mi hijo tenía dos años probé la cocaína y recién ahí empecé a consumir. Al principio fue como “muy de libro”, lo que ves en las películas es así o lo que cuentan sobre que se empieza a consumir poco. Yo solo consumía los fines de semana y lo hacía de una manera recreativa, pero con el paso del tiempo se fue agravando.

Cuando tenía episodios depresivos la cocaína funcionaba como un anti depresivo automático, el problema es que cuando ya no consumís caes peor en la depresión. Nunca lo vi como un problema hasta que empecé a consumir cada vez más, primero los fines de semana y luego se sumaron más días. En el año 2019 decidí internarme porque ya hacía tres años que había pedido ayuda a mi familia y a mi psiquiatra, que en ese momento no era especialista en adicciones. Pedí primero ayuda a mis amigas, por suerte tengo una red de personas que me apoyó siempre y me ayudó mucho. Ellas son las que empezaron a notar que yo no estaba bien porque el consumo te cambia la forma de ser. Un año antes de internarme consumía todos los días.

Cuando me di cuenta que tenía un problema realmente quería salir de ahí porque me sentía cada vez más deprimida y con menos ganas de vivir. Tuve dos intentos de suicidio, y en el último me hicieron un lavaje de estómago. Busqué junto con mi hermana un psiquiatra especialista el cual a la vez me derivó porque contra las adicciones se trabaja en equipo. Él se encargaba de la parte farmacológica y con un psicólogo trabajé la parte de terapia. Mi primer intento de suicidio me llevó a internarme diez días en el Sanatorio Morra pero cuando salí volví a recaer. Luego del segundo intento me interné en el Centro Las Vertientes, que es de Gigena Parker y estuve seis meses.

Cuando intenté suicidarme fue porque creía que no iba a poder dejar de consumir y me sentía presa de las adicciones. Realmente es como sentirse en la cárcel porque no depende de la voluntad el dejar de consumir. Vos querés dejar pero el cuerpo y la mente te lo pide y la abstinencia es terrible porque cada vez necesitas más y más sustancias para poder sentirte bien, al último era todo el día de consumo.

Cuando me interné tenía la sensación de rendirme, de decir “yo con esto no puedo” y por eso necesito aislarme. Hay personas que pueden dejar el consumo solo con ir a Narcóticos Anónimos pero yo no podía. Estuve tres años intentando hacerlo con un psiquiatra y no me fue posible, por eso recurrí a la internación. Fue lo mejor que me pasó en la vida porque no solo me ayudó a alejarme de las drogas sino que también me ayudó a cambiar la forma de vida. El 15 de febrero cumplo seis años limpia.

Tu testimonio ayuda a personas que estén atravesando la misma situación, ¿crees que pedir ayuda es el primer paso y lo más importante y fundamental en la lucha contra las adicciones?

Si, uno de los primeros pasos es pedir ayuda y rendirse, aceptar que solo no se puede, es muy difícil salir solo de las adicciones. Hay pocas personas que conozca que puedan hacerlo solos y sobre todo las mujeres, porque también está marcado el género. Es mucho más difícil porque nos quitan a nuestros hijos, nos juzga la sociedad porque es una enfermedad muy estigmatizada. Hasta el día de hoy me cuesta estar en algunos ambientes y no ser juzgada.

Yo voy contando mi historia para poder ayudar y lograr que la gente deje de estigmatizar esto que es una enfermedad mental y que no tiene cura, es para siempre. Por eso vivimos con el “solo por hoy” porque es una enfermedad que te obliga a seguir con la recuperación siempre.

Es importante también una red de personas que te acompañen, la adicción cansa a la sociedad y a las personas que están a tu lado, al último tenía conflictos con todo el mundo cercano a mí y no era fácil para ellos tampoco, es cansador acompañar a un adicto. Es una enfermedad que no depende de tu voluntad y la gente no lo entiende porque no hay educación para el tema de las adicciones, se habla poco y se juzga mucho.

¿Cuáles fueron tus pilares en donde apoyarte en el proceso de sanación?

En la internación aprendí a vivir de nuevo, siempre fui súper estricta pero fui perdiendo esa característica con el consumo. En el proceso pude recuperar una estructura bien fuerte que es la que me sostiene, porque cuando me interné perdí la casa donde vivía ya que no podía alquilar por perder el trabajo, teniendo que empezar todo de cero. Me apoyé básicamente en mi familia y en mis amigos, son los que me acompañan siempre y que hicieron el tratamiento conmigo, porque cuando estuve internada ellos fueron a talleres donde le explicaban los límites que había que poner con los adictos, lo que es la enfermedad y aprender que no depende solo de la voluntad del que consume si no de muchas otras cosas.

Siempre digo que el “solo por hoy” es el ABC de lo que hay que hacer en recuperación, no me junté más con las personas que consumían, cuando salimos a un bar con mis amigos no hay alcohol en la mesa y en mi casa no se toma más alcohol. Mis amigos son parte de la familia y estuvieron siempre porque también fueron los que me pagaron la internación porque salía muy cara. Esa es otra cuestión, los tratamientos suelen ser muy caros, ahora hay más posibilidades de tratamientos gratuitos aunque en ese entonces no.

¿Qué herramientas o recursos te resultaron de vital importancia y utilidad en el proceso de recuperación?

Yo me sostengo en la red de personas que me acompañan y que pueden compartir tiempo conmigo y salir sin consumir ningún tipo de sustancia o alcohol. También que mi hijo haya aprendido de todo este proceso porque tenía 14 años cuando me interné, poder decirle la verdad y que entendiera que esto es una enfermedad sin tener vergüenza de tener a una mamá adicta es también una de las herramientas que me sostienen y me ayudan en este proceso.

También el acto de contar mi testimonio ya que siempre me invitan de diferentes lugares y si se puede salvar aunque sea a una persona ya lo vale. Contar que se puede, que no se sale solo y que se tiene que pedir ayuda. Después tengo una estructura muy firme, me levanto a las cinco de la mañana, trabajar, entrenar, acostarme temprano. Estoy en una etapa en que solo tengo sesiones terapéuticas cuando yo las necesito pero la terapia también fue fundamental.

¿Qué mensajes podes compartir para aquellos que tienen la necesidad de salir de las adicciones pero no la voluntad?

Con la voluntad no alcanza para esta enfermedad, es algo que se tiene que entender y que la gente que tiene familiares o amigos con problemas de adicción es muy importante que sepan que no depende solo de la voluntad del que consume. Siempre hay que pedir ayuda, como amigo o familiar, a personas que saben de la enfermedad y que pueden acompañar a la familia y a la persona adicta. Hay muchos lugares en donde se puede pedir ayuda hoy, como adicto o como familiar de persona que requiere recuperación.

“Cuando comparto mi testimonio, siempre cuento que en los meses que estuve internada en una comunidad terapéutica en adicciones, teníamos dos veces al día grupos donde compartíamos lo que sentíamos y lo que pensábamos. Sólo podíamos intervenir las personas que estábamos en tratamiento. Ahí escuché cosas terribles. Ahí entendí que lo que me pasaba a mí, también le pasaba a otra persona. Que otros también sentían tristeza, desesperación, miedo, depresión. Yo no era la única que sufría. Mi sufrimiento no era el peor de todos. Nos sentábamos en ronda y nos escuchábamos. Después comencé a ir a Narcóticos Anónimos y me sucedió lo mismo. Adictos ayudándonos entre adictos. Mis sillas, simbólicamente, tienen la finalidad de servir de asiento a personas que comparten un malestar en común utilizando la palabra como reparo. La palabra enferma pero también cura”

¿En qué momento llega el bordado a tu vida y qué encontraste en esa actividad?

Cuando nació mi hijo y llegó mi primera depresión yo estudiaba Grabado en la UNC. Me recibí de licenciada cuando comencé el tratamiento porque solo me faltaba la tesis y pude hacerla gracias a la recuperación. Realizaba una ayudantía en la universidad y cuando quedé embarazada la dejé de hacer por los materiales tóxicos que usábamos en grabado. Cuando lo tuve a Emilio estaba mucho tiempo encerrada en mi casa, antes de él tenía una marca de ropa alternativa que yo misma hacía y me quedaron un montón de telas y canutillos, y cuando llegó el primer episodio de depresión post parto comencé a bordar. Siempre afirmo que el bordado me salvó y me salva porque me ayudó a transitar ese tiempo donde me quería morir.

¿En qué consiste tu labor de activista textil?

Una amiga viaja a México y me trae un proyecto que se llama “Bordamos por la paz México” donde bordaban los casos de la supuesta lucha contra el narco, a todas sus víctimas y desaparecidos en espacios públicos y plazas. Yo les escribo y decidimos empezarlo acá en el 2012. Arrancamos bordando para las víctimas de la lucha contra el narcotráfico de México y luego viajamos con la colectiva a llevarles los pañuelos y colgarlos en la asunción de Peña Nieto en forma de intervención. Fue muy fuerte todo lo que vivimos porque hubo una gran represión en esa asunción y, cuando volvemos, decidimos trabajar con nuestras víctimas. Empezamos a trabajar con Abuelas de Plaza de Mayo y hablamos con las de Córdoba para comenzar a bordar a los nietos que faltan de encontrar y es hermoso, porque cuando se encuentra a un nieto le hacemos llegar a la familia el pañuelo que bordamos cuando aún estaba desparecido.

Había abandonado mis proyectos personales de bordado por el consumo ya que no podía concentrarme ni ver para hacerlo, pero “Bordamos por la paz” me sostuvo. Cuando salí de la internación me incentivaron mis compañeras que son artistas y presenté la tesis sobre “Bordamos por la paz Córdoba” y sobre como el bordado me acompañó en todo mi proceso de enfermedades mentales y en mi recuperación. Hasta el día de hoy el bordado me atraviesa, lo hago todo el tiempo y es una de mis herramientas de sanación.

Actualmente ofreces alimentos orgánicos a través de tu tienda “Mascabo alimentos orgánicos”, así como en la vida, el cambiar la forma de alimentación es cambiar de paradigma y mejorar la salud. ¿El proyecto cuando surge y como lo llevas a cabo?

En el mismo tratamiento que hice tenías que salir de ahí con un proyecto distinto de vida, cuando salí tuve que vivir con mi madre porque no tenía ni un peso, literalmente me quedé sin nada. Con una amiga nos juntamos y pensamos en qué podíamos hacer, le pedí ayuda y surgió esto por medio de otra persona de la red orgánico. Le pedimos que nos venda algunas cosas, pedí plata prestada, lo que me resultaba muy difícil ya que mi familia no me creía nada, pero mi cuñado me prestó y empezamos el proyecto juntas y a los meses nos separamos. Lo seguí yo sola y fue un cambio hermoso porque tiene todo que ver con otra forma de relacionarse con la vida. La agroecología no es solo el alimento sin agrotóxicos, es un montón de cosas que tienen que ver con la justicia social, con los sueldos justos, con el cuidado del suelo y compartir conocimientos a través de los productores, es maravilloso para el cuerpo. El cambio de alimentación fue una maravilla que me permitió no enfermarme nunca más y al año de salir de internación dejé de tomar medicación psiquiátrica, hace 5 años que no tomo medicación. Siempre lo vinculo al cambio de vida, alimentación, ejercicio y cuidado del cuerpo y la red que la agroecología me dio a través de los vínculos.

¿Dónde podemos encontrar tu tienda de forma presencial?

La tienda presencial se encuentra los sábados de 10 a 14 horas en la Feria Agroecológica de Río Ceballos. Fue la feria que me permitió comenzar a trabajar y a tener sustento propio, por eso estoy tan agradecida con la feria porque creyó en mí. Voy a cumplir 6 años en la feria y es el lugar más hermoso en donde puedo trabajar. También hacemos reparto por la zona norte de Córdoba y en Sierras Chicas hasta Unquillo los jueves. Tomamos los pedidos lunes y martes, y los jueves repartimos.

Es importante para salir de cualquier situación desfavorable que atravesamos en la vida tener metas claras, sueños y proyectos. ¿Cuánto de esto hubo en tu proceso?

Uno de los pilares de la recuperación es tener metas, los dos últimos años de consumo mi meta era consumir y había perdido todos mis proyectos. Vas perdiendo todo tipo de deseo. Cuando me interné me apareció de nuevo todo ese deseo de hacer cosas, de seguir con la parte artística, que es lo que me sostiene. Tener proyectos artísticos como “Bordamos por la paz” ó “Mascabo” me salva la vida.

Cuando uno pierde todo ese deseo la vida no tiene sentido y no sos libre. Ahora estoy muy agradecida con mi recuperación y siento que tengo mucha libertad, por ahí no se entiende o suena liviano decirlo, a mí me costaba entender cuando una persona me decía yo me siento libre. La gratitud que tengo ahora de poder levantarme y estar sobria y tomar mates a las cinco de la mañana, entrenar, trabajar, sustentarme a mí y a mi hijo, bordar tres horas por día, todo eso me sostiene y me ayudan a pasar los momentos malos, que siempre van a estar pero ahora se que se pasan y que nada es tan grave porque tengo la comparación del infierno. Siempre digo que estuve en el infierno y ahora agradezco cada hora de sobriedad.

¿Tenés problemas con las drogas o el alcohol?

Llamá al 141. Asistencia gratuita, anónima y en todo el país durante las 24 horas, todos los días del año

Más info: @mascaborganicos

@karomargara

@bordamosxlapazcba

 

Por Ale Galvaliz