Por primera vez en 21 años, habla el guardaespaldas personal del “Potro” Rodrigo

Mariano "chino" Rojas convivió con el ídolo máximo del cuarteto durante 4 años. Sus vivencias y anécdotas junto al "Potro", quedaron guardadas desde aquella madrugada del 24 de junio del año 2000. Historias sobre Belgrano, shows en el histórico Luna Park y el lado menos conocido de Rodrigo, se hacen presentes a la hora de hablar sobre su gran amigo.

Por Tobías Ochoa

Rodrigo

Una madrugada como la de hoy, pero hace 21 años atrás, Córdoba perdía a uno de sus ídolos más reconocidos en todo el país, Rodrigo Alejandro Bueno, llevándose consigo la promesa de realizar una sala de cuidados intensivos en el hospital de niños y de llevar el cuarteto a toda Latinoamérica.

Mariano conoció al cantante en 1996, mientras trabajaba para José Marinaro, reconocido empresario de la noche de Córdoba en ese momento. “Chino”, como prefiere que le digan, era el jefe de seguridad en los boliches de José, administraba Palmira Cerro, Palmira Costanera, Palmira Senior y La Frontera (camino a Carlos Paz). Por ese entonces, Rodrigo venía a Córdoba solamente los días martes y daba recitales en los boliches de Marinaro.

“Entonces, como yo era conocido ya en el ambiente, vino y me pidió que trabaje para él. Rodrigo en persona me estaba pidiendo que sea su guardaespaldas”, recordó el custodio. En un principio se negó, pero ante la insistencia frecuente del “Potro” en sus visitas a Córdoba, Rojas dejó que Marinaro decida por él, quien le comunicó a Rodrigo que “te lo presto al chino, pero me lo tenés que devolver para hacer la temporada de verano”.

La primer gira transcurrió en los carnavales del norte del país, situados en La Rioja, Tucumán, Salta y Catamarca. Allí “el chino”, fue testigo de los primeros encuentros con Walter Olmos: “La primera vez que tocaron con Rodrigo fue acá en Córdoba, en el boliche Quore, cuando volvíamos chocamos en una curva camino a Bv. Los Granaderos. Estuve tres semanas sin poder trabajar por al accidente. Más de una vez tuvimos que andar a mil”, recuerda Mariano.

Al momento de volver de la gira, le comunicó a Marinaro que dejaba de trabajar para irse a Buenos Aires con Rodrigo, quien había encontrado en él al mejor guardaespaldas. Gran parte de su estadía en Buenos Aires se dio en el hotel Atlantic, de Once, con la particularidad de que Rodrigo siempre pedía la habitación 22(el loco) en cada hotel en el que se alojaban. El desgaste en esa época era importante, ya que llegaban a hacer 6 shows por noche, de 45 minutos cada uno. “Terminábamos todos reventados”, recordó.

Lo mejor del amor

La forma de componer canciones por parte del Potro era única: “Tenia pedacitos de papel en la mesa de luz en su casa, se acordaba de algo y lo iba escribiendo, parecía Minguito. Los iba guardando en su bolsillo a medida que se acordaba de las cosas”, afirmó Mariano, quien además presenciaba los ensayos. Sobre esto, agregó: “Con sus músicos era muy piola, la pasaba muy bien. Se enojaba cuando el sonido no andaba, porque quería que todo salga perfecto”.

El cariño de la gente estaba presente de manera constante en el día a día y los cuidados exhaustivos por parte del representante de Rodrigo, Pepe Gozalo, también: “Nos disfrazábamos para poder ir a los lugares. Por ejemplo, una vez nos escapamos de Pepe y fuimos a conocer la fábrica de cerveza Quilmes y su patio cervecero. Entonces, uno de los mozos buchoneó que estaba Rodrigo ahí y comenzó a venir una cantidad enorme de gente, no podíamos irnos más”, contó Mariano. Además, agregó: “Para ir a un bar o al solárium también teníamos que disfrazarnos, era como estar en una película”.

En otra de sus aventuras fueron a ver un Belgrano-Lanús, partido que finalizó con disturbios: “Rodrigo tuvo que sacarse las botas que tenía para poder correr”, recuerda con humor Rojas. Los viajes junto al plantel pirata eran frecuentes en aquellas primeras participaciones en la Primera División: “En esa época jugaba José Luis Villareal, vimos que él tenía mucho miedo por la turbulencia y rezó durante todo el viaje. Nos contó que casi muere en un accidente de avión en Suiza, pero fuimos durante todo el vuelo cantando canciones de cancha. El avión parecía una popular”, recuerda con emoción “el Chino”.

Un largo camino al cielo

El comienzo del nuevo siglo encontró al “Chino” alejado de Rodrigo, porque había encontrado el amor: su novia Cecilia lo puso entre la espada y la pared, ya que la vida nocturna que llevaba no le permitía formar un vinculo estable. Pese al enojo del cantante, pudieron volver a encontrarse en una de las 13 presentaciones del Luna Park: “Flavio (hermano del Potro) me dijo ‘Dale gordo vení’. Siempre me decía ‘gordo’, no podía perderme esa experiencia. Necesitaba ver a Rodrigo en todo su esplendor, aunque no me dio bola porque el estaba centrado en que todo el show saliera bien”.

La madrugada del sábado 24 de junio, Mariano había salido junto a Cecilia y Gastón Fuentesilla a “El Rancho”. Posterior a esto, la noticia menos esperada llegó: “Un taxista nos contó de su muerte. Hable con Flavio y ellos fueron rápido a Buenos Aires. Todo esto en medio de la madrugada”.

Respecto al accidente automovilístico que terminó con la vida del ídolo cordobés, Mariano sentenció: “En ese momento no estaba en condiciones de manejar ningún vehículo, yo si hubiera estado le pinchaba la goma para que no arranque. El custodio que estaba en ese momento era “Buda”, un policía retirado al cual la vida de Rodrigo nunca le importo”.

Hasta el día de hoy, José Luis Gozalo (representante de Rodrigo) le asegura al “Chino” que si él hubiera estado ahí ese accidente no hubiera ocurrido. Mariano Rojas no asistió al velorio de Rodrigo, buscando dejar esta etapa de su vida atrás y guardando este relato de vida junto al ídolo por 21 años: “Después me arrepentí de no haber estado en su mejor momento, pero el tiempo que pase con él me alcanzó para toda mi vida”, finalizó.