De ser contador a cumplir su sueño de pintar en la Patagonia: “Dos Darío Mastrosimones no podían durar mucho”

"Trancé con la vida dejándome engañar por promesas de un buen estándar de vida y terminé estudiando Ciencias Económicas, tirando el idealismo de la secundaria a la papelera de reciclaje. Gracias a Dios, no vacié la papelera e hice la facultad en paralelo con talleres de pintura", asegura el pintor que hoy vive de lo que ama.

Por Casandra Quevedo

Darío Mastrosimone

A Darío Mastrosimone se lo puede describir como una de esas personas que se animan a hacer lo que hacen muy pocos: dejar una seguridad económica, la idea de una vida establecida, y lo que “se supone que debe ser”, para cumplir su verdadero sueño. Recién cuando dejó su doble vida de contador (los días de semana) y pintor (los días libres), para dedicarse de lleno al arte, su vida estuvo completa. Para su suerte, su esposa Paula y sus hijos dejaron la ciudad para acompañarlo en esta aventura que “los unió como familia” y les dio otra calidad de vida.

¿Recordas como nació tu amor por la pintura?

Podría decirte que fue mas por necesidad que otra cosa, imagínate al típico gordito
tímido, que cuando le hablaban se ponía colorado, desafortunado con las chicas,
con pocos amigos y que siempre iba al arco, pero, con una buena habilidad para
dibujar y pintar que servía para expresarme. Esa fue mi válvula de escape, mi cable a
tierra, mi forma de expresarme. Recuerdo que de muy chiquito dibujaba a las
personas de color amarillo pero sin brazos, mi tía la psicóloga, decía que el amarillo
reflejaba mi felicidad, pero la gente sin brazos hablaba de mi problema para
comunicarme con los demás. Muy gráfico y revelador. Lo del color amarillo no estoy
tan seguro pero sobre comunicarme con los demás, doy fe que es así.

¿Cómo fuiste desarrollando esa pasión?

Con pocos amigos y pintando mucho, terminé mi secundaria queriendo seguir bellas
artes. Mi profesor de dibujo de secundaria, Renato Benedetti, tuvo mucho que ver
con eso (imagínese su importancia en mi vida, que más de 40 años después le dedico
esta línea). Le dije a mis viejos que quería seguir Bellas Artes y mi papá, con todo el amor del mundo, me convenció de que me iba a morir de hambre (muy lógico), y me preguntó por qué no seguía una carrera mas “decente”… Yo “trancé” con la vida dejándome engañar por una seguridad ficticia (o promesas de un buen estándar de vida), y terminé estudiando Ciencias Económicas, tirando el idealismo de la secundaria a la papelera de reciclaje. Gracias a Dios, no vacié la papelera e hice la facultad en paralelo con talleres de pintura. Muy “raro” cursar en Ciencias Económicas con pinceles y oleos. Sinceramente, fui un mal estudiante y “raro”.

¿Se puede decir que hubo 2 Darío Mastrosimone en tu vida, divididos por tus
profesiones?

Si, claramente. Antes de los cuarenta algo comenzó a cambiar en mí. La angustia de los domingos a la tarde por que el lunes debía volver a trabajar al estudio contable era tremenda, y la carga moral y espiritual de estar haciendo las cosas no tan bien como contador, no quería llevarla mas. En esos contextos de crisis, falleció mi perra, después mi suegro y luego mi viejo. Creo que muchas veces cuando Dios te quiere hablar, es claro. Uno no esta en esta vida para siempre y si uno hace las cosas mal, el único responsable por cambiarlas o no, sigue siendo uno mismo. En esa crisis es donde me reencuentro con la pintura y a mi psiquiatra, seguramente en ese orden. Ahí volví a los talleres de pintura (solo como cable a tierra), y mi vida de a poco comienza a dividirse: de lunes a viernes era contador, y de viernes a domingo la pintura aparecía como mi refugio. Y esa división en mi, se fue haciendo importante. Dos Darios Mastrosimones, no podían durar mucho.

¿Cuál fue el punto de quiebre que te hizo tomar la decisión de empezar a dedicarte de lleno a la pintura?

Yendo de vacaciones a San Martin de los Andes ví un cuadro de un pintor que me
dejó con la boca abierta. Así llegué a conocer a Georg Miciu (para mí uno de los mejores coloristas que tiene nuestro país). Entablamos una relación bastante estrecha y comencé a salir a pintar con él a los bosques de la Patagonia, siempre durante mis vacaciones como contador. En eso, en una tarde de charla, vino una de esas frases que te enfrentan a tomar decisiones: “Vos tenes que quemar las naves”, “vos tenes con que”, me dijo Georg. Lástima que al día siguiente debía volver al estudio contable. Imaginate volví, con mi
cabeza hecha un moño, se me abría una puerta al sueño de toda mi vida.

¿Cuáles fueron los sentimientos y sensaciones que se cruzaron por tu cabeza
cuando decidiste dejar tu trabajo fijo y mudarte al sur?

La elección no era tan poética, como dejar de ser contador en Buenos Aires para ir a pintar en la montaña. Era la  seguridad económica, contra el vivir de lo que te gusta; eran los
honorarios de todos los meses, contra esperemos que se vendan los cuadros; era dejar
de ser lo que me pidieron que fuera, contra ser uno mismo; era seguir en esas
vidas “mentirosas”, o ver lo que Dios quiere de mi. No fue fácil. No era solamente seguir un sueño, era un cambio de vida para tener una vida mas íntegra, para hacer coincidir lo que uno siente y piensa con lo que uno hace. Para muchos amigos fui un loquito, para otro un ídolo que hizo lo que mucha gente no se anima.

¿Cómo definirías a la pintura en esta etapa de tu vida?

La pintura básicamente es impresionista o post impresionista. Uso óleo, pero
aplicado con espátula, lo que no te permite hacer detalles y te genera una pintura
muy rápida, muy expresiva. Intento pintar la luz sobre los objetos (y no tanto los
objetos) y captar le emoción de un instante vivido. Por eso pinto mucho el entorno
donde vivo y a mi familia.

¿Dónde se pueden ver y encontrar tus obras?

Se pueden encontrar en las principales Galerías de Arte de Buenos Aires: Los Coleccionistas, Espacio Arroyo, Galería Marier, Galería Mediterránea. También las
poseen coleccionistas nacionales y particulares de Estados Unidos, Australia, Brasil, Reino Unido, España, Chile, Colombia, entre otros. Además, tengo mi pagina web www.dariomastrosimone.com, Facebook e Instagram.

Después de todo lo que pasaste y a partir de tu nueva vida, ¿Podés afirmar que la
tranquilidad y la simpleza hacen a la felicidad?

No sé si le diría tranquilidad y simpleza, pero sí le diría tranquilidad de conciencia de hacer lo que uno esta convencido que Dios quería que hiciera, eso te da felicidad. No es un idilio,
no es Heidi, ni una película romántica, pero no se dan una idea de la satisfacción tan
grande que se siente de poder vivir de lo que uno ama hacer.