En una esquina tranquila de Zona Norte, el sonido del motor rompe la rutina. No es un auto cualquiera: es un Buggy Puelche serie 2 de 1975, restaurado con esmero por Leonardo Gutiérrez, quien lo compró tras una disputa familiar que lo puso a la venta. “Desde el primer momento me atrajo por su diseño clásico y su historia”, recuerda. El auto, olvidado para algunos, fue amor a primera vista para él: “Era una oportunidad única para restaurarlo y disfrutarlo”.
Lo que en otros sería una rareza, en manos de Leonardo se transformó en una obra en progreso. “Se le cambió el tapizado, lona superior, se hizo un trabajo de pintura sobre las partes cromadas y se pulieron las llantas”, detalla con precisión. Cada intervención fue pensada, cuidada y ejecutada con el objetivo de devolverle su esplendor sin quitarle su esencia original.
La mecánica de Renault 12 que lo impulsa no solo facilita el mantenimiento, sino que también le da ese toque nostálgico y funcional que lo hace único. “Su estilo clásico de los años 70 lo distingue de otros vehículos actuales”, explica “Leo”. Aunque todavía no le puso un apodo, es imposible no mirarlo pasar sin que cause alguna sonrisa o mirada de asombro.
Con el brillo renovado y el motor listo para la acción, este Buggy no se queda guardado. “Lo uso principalmente para paseos por el barrio y exposiciones de autos”, cuenta su dueño orgulloso. Y cada vez que lo maneja, la sensación es la misma: “Conducirlo me genera mucha satisfacción; permite disfrutar de la conducción clásica con estilo y nostalgia”.
“Este Buggy representa una pasión por los autos clásicos y la restauración, y un espacio para disfrutar mis tiempos libres lejos del trabajo”
Un vehículo con alma y memoria
Mantener una pieza así no es sencillo, pero sí gratificante. “Requiere mantenimiento regular: revisiones de la mecánica, limpieza y pulido de cromados y llantas, y cuidado de la pintura”, explica. Los repuestos, aunque se consiguen por la mecánica R12, a veces pueden representar un desafío. “Algunos específicos pueden ser más costosos o difíciles de encontrar”, reconoce.
Para “Leo”, más allá de lo técnico, hay un valor afectivo profundo. “Este Buggy representa una pasión por los autos clásicos y la restauración, y un espacio para disfrutar mis tiempos libres lejos del trabajo”, dice. Es su escape, su recreo, su cable a tierra entre fierros y árboles literalmente, porque además de empresario y restaurador, regala árboles en su tiempo libre.
¿Y si alguien ofreciera comprarlo? La respuesta es categórica: “No lo vendería ni cambiaría; es un vehículo que combina historia, estética y pasión personal”. Su historia no está en venta, su nostalgia tampoco.
Aunque todavía no haya hecho largos viajes, cada paseo es una historia. “Cada encuentro con otros autos clásicos se siente como una pequeña aventura y oportunidad de compartir historias con otros entusiastas”, cuenta. Y ahí está la verdadera esencia de su Buggy: en lo que transmite, en lo que provoca y en lo que une.
“No lo vendería ni cambiaría;
es un vehículo que combina historia, estética y pasión personal”
Leonardo no solo restauró un vehículo: restauró una parte de la historia, de su infancia, de una época. Y mientras el Buggy siga rugiendo en las calles de la ciudad, esa pasión seguirá viva, acelerando recuerdos con cada vuelta de rueda.
Más info: Intagram Leo.gutti