De Poeta Lugones al Mundo: Las increíbles travesías de Aldo, el abuelo viajero de 88 años

El vecino de B° Poeta Lugones no para de sumar kilómetros, viajes, aventuras y recuerdos. Ya recorrió Argentina, Sudamérica y también pisó Europa y África. Su historia inspira a otros adultos mayores a animarse a salir de la rutina, descubrir el mundo y probar que la edad nunca es un límite cuando la curiosidad sigue viva.


Aldo Miguel Roulet vive en el corazón de B° Poeta Lugones. Su nombre ya había aparecido en las páginas de EXPRESIÓN NORTE allá por 2012, cuando escribió sobre un vecino que restauraba y piloteaba aviones ultralivianos. Más de una década después, es él mismo quien se convierte en protagonista de una historia digna de despegar: la del abuelo que, a sus 88 años, sigue recorriendo el mundo y acumulando postales que inspiran.

Todo empezó con un Citroën C3 y una idea: transformarlo en un pequeño “motor home” para viajar. “Quería tener mi casita rodante, mi refugio en la ruta”, recuerda con una sonrisa. Pero el proyecto se vio interrumpido de golpe cuando, en un paso a nivel, un tren de las sierras se cruzó en su camino. “El tren me cortó todo el proyecto —cuenta— pero no me cortó las ganas”. Esa frase, sencilla y firme, resume su filosofía de vida.

Lejos de desanimarse, Aldo volvió a armar su ruta. En 2023, junto a su hija Viviana, emprendió un viaje inolvidable por Colombia y Europa. “Conocimos Lisboa, el peñón de Gibraltar, Madrid, Barcelona, París, los Alpes suizos, Venecia, Roma y el Vaticano”, enumera. “Cada ciudad era un descubrimiento, una emoción nueva. Sentía que estaba viviendo lo que alguna vez soñé cuando era joven”.

En 2024, la aventura continuó con su otra hija, Karina. Recorrieron Andorra, las montañas de los Pirineos, las islas Menorcas y distintos destinos europeos, probando todos los medios de transporte imaginables: “Autos, trenes bala, eléctricos, triciclos, bicicletas, monopatines, tranvías, subtes, góndolas, caballos y hasta hicimos dedo en la ruta”, cuenta entre risas. También navegaron el Atlántico, el Mediterráneo y el Adriático; cruzaron el Nilo y llegaron al Cairo. “Ver las pirámides de Giza fue como mirar el alma del antiguo Egipto —recuerda—. Y navegar el Nilo fue una travesía al corazón mismo de la historia del mundo”.

De Ushuaia al Machu Picchu,
la ruta de los sueños

En 2025, Aldo decidió recorrer la maravilla austral: Tierra del Fuego. Visitó Ushuaia, el canal de Beagle, la isla Navarino en Chile, el faro “Fin del Mundo”, Río Grande y el estrecho de Magallanes. “Estar allí es sentir que uno llegó al final del mapa y que, sin embargo, la vida sigue más allá”, dice con emoción.

“Espero que mi historia sirva de ejemplo. Dejen el bastón y la reposera, y anímense a vivir. No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape”.

Poco después, junto a su hijo Ariel, se animó a una de sus travesías más exigentes: desde el norte de Argentina, pasando por Chile y Perú hasta llegar al Cuzco y Machu Picchu, regresando por Bolivia. “Hicimos 10.194 kilómetros en 22 días con mi pequeño Nissan March”, cuenta orgulloso, y añade. “El auto parecía chico, pero el corazón que lo manejaba era grande.”

Sus relatos están llenos de anécdotas, paisajes y aprendizajes. “En cada frontera, en cada estación de servicio o hostel, encontrábamos gente buena, curiosa, con historias para compartir. Viajar no es sólo ver lugares, es conocer personas y descubrirse a uno mismo”.

Hoy, con casi nueve décadas de vida, Aldo no piensa frenar. Su plan es cerrar 2025 en Uruguay y arrancar 2026 con Brasil como próximo destino. “El bastón está ahí si lo necesito —bromea—, pero el espíritu ya tiene alas”.

Antes de despedirse, deja una reflexión para quienes creen que la aventura es cosa de jóvenes: “Espero que mi historia sirva de ejemplo. Dejen el bastón y la reposera, y anímense a vivir. No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape”.

Y con esa frase, Aldo Miguel Roulet, vecino del siempre inquieto B° Poeta Lugones, vuelve a recordarnos que no hay edad para salir a buscar el mundo… ni para dejar que el mundo nos encuentre.-