Daniel Frontera, un cordobés entrañable de 93 años, se levanta cada día antes del alba con un propósito claro: encender su máquina de coser y llenar el puesto “Malvinas Argentinas” de vida y telas cuidadosamente elegidas. “Esta es mi vida. Como si fuera una fábrica, me levanto, vengo, abro y me pongo al frente. Y lo voy a hacer hasta que me muera, porque me gusta”, confiesa con una sonrisa franca
Hace más de tres décadas que Fronterita elabora blanquería a mano: cortinas de baño, manteles, sábanas y esos repasadores que aún mantienen su encanto casero.
Su habilidad proviene de una vida compartida: su difunta esposa era modista y le transmitió el arte de trabajar las telas. “Ella tenía una mano… usted viera las cortinas que hacía, con pincitas, todos los modelos. A los 15 años ya sabía todo. Era una luchadora como yo y una gran persona. La extraño muchísimo”, rememora con ternura.
Tras recuperar un módulo de diarios y revistas en desuso, y con la ayuda de la Municipalidad de Córdoba, habilitó este puesto al que llamo “Malvinas Argentinas”, en donde vende cortinas de baño, manteles, sábanas, repasadores, entre otras telas.
Un verdadero “artesano”
que pone alma en cada puntada
Lejos de que los años lo limiten, Daniel demuestra una lucidez y destreza admirables. “Me puse a laburar hasta ahora. Lo hago rápido y tengo una lucidez tremenda”, afirmó Su rutina comienza muy temprano: a las 5 h empieza a preparar telas y piezas; a las 8 h ya está atendiendo público en su puesto.
Anteriormente, su espacio de venta era frágil, improvisado. Pero gracias al Ente Municipal de Fiscalización y Control local, Daniel pudo darle nueva vida a un módulo abandonado sobre calle Arturo Capdevila, entre Lesseps y Bilibiscate. Ahora tiene un pequeño local acondicionado, resguardado y con un nombre orgulloso: “Malvinas Argentinas”
Con orgullo, Daniel exhibe su talento táctil: “Puedo saber qué tela es con solo tocarlas”, afirma con la seguridad que dan los años y la práctica. No solo cose y vende: todos los días intenta “ganar uno o dos amigos más. Eso me da aliento para seguir”, aconseja, con la cordialidad que nace del corazón.
Con una técnica impecable, precios accesibles y contacto humano, “Fronterita” revitaliza el oficio artesanal. Sus repasadores se ofrecen en juegos populares; también confecciona a pocas piezas cortinas y toallones, siempre con esa impronta de trabajo de barrio.
“Encontré en el trabajo
una forma de seguir adelante”
Su historia provoca reflexión: ante la pérdida de su esposa hace 11 años, Daniel canalizó su dolor en trabajo. “En lugar de rendirme, encontré en el trabajo una forma de seguir adelante”, relató. Hoy, su labor no solo le da sustento, sino también dignidad, sentido y comunidad.
“Esta es mi vida. Como si fuera una fábrica, me levanto, vengo, abro y me pongo al frente. Y lo voy a hacer hasta que me muera, porque me gusta”
Este cruce entre artesanía y recuperación urbana trasciende lo individual. “Fronterita” genera encuentros cotidianos, pertenencia barrial y reconocimiento de un oficio que resiste el tiempo. Su puesto no es solo un negocio: es un símbolo de esfuerzo, legado y vida activa.
En un mundo cada vez más digital, el vecino de 93 años recuerda el valor de lo manual, lo cercano y lo humano. Si pasan por Arturo Capdevila, entre Lesseps y Bilibiscate, no solo se cruzarán con telas y colores, sino también con la historia de un hombre que, con hilo y aguja, cose comunidad y esperanza.
Mirá y escuchá su testimonio
(Video y fotos gentileza de Prensa de la Municipalidad de Córdoba)
Más info: Puesto “Malvinas Argentinas” Arturo Capdevila, entre Lesseps y Bilibiscate – B° Ampliación Residencial América