Una pasión heredada
Desde que era una nena, Agostina Vargas Re supo que la gimnasia rítmica sería parte esencial de su vida. Nació entre aparatos, cintas y coreografías, pero también entre fotos y recuerdos de su madre, Sandra Re, quien fue gimnasta de selección nacional y la gran responsable de encender esa pasión. “Desde chiquita estuve expuesta a este deporte. Mi mamá fue entrenadora del club municipal, y yo siempre estaba en los entrenamientos. Veía fotos de ella y quería hacer lo mismo”, recuerda Agostina, que a los 4 años dio sus primeros pasos en la escuelita del club que hoy la ve brillar.
Los años pasaron, pero la conexión con el deporte solo se intensificó. Hoy, con 18 años, “Agos”, como la llaman sus compañeras, forma parte de la selección mayor argentina de gimnasia rítmica y entrena a diario en el Club Municipalidad de Córdoba. Su rutina incluye cuatro horas dentro del club y sesiones complementarias de preparación física y ballet por fuera. “Depende la etapa del año, pero por lo general entreno de lunes a viernes y complemento con gimnasio y ballet”, explica. En la categoría Senior, debe dominar cuatro aparatos: aro, pelota, mazas y cinta.
Del Club Municipalidad al podio continental
Hace apenas unas semanas regresó del Panamericano de Asunción, Paraguay, donde logró un diploma panamericano al quedar entre las ocho mejores del continente. “Es un sueño hecho realidad. Compartir competencia y resultados al lado de gimnastas enormes me enorgullece y me incentiva a seguir creciendo”, confiesa. Más allá del resultado, Agostina destaca lo emocional: “Fue una de las competencias más estables de toda mi carrera. Pude mostrar el gran trabajo de la pretemporada y disfrutarlo al máximo”.
“Es un sueño hecho realidad. Compartir competencia y resultados al lado de gimnastas enormes me enorgullece y me incentiva a seguir creciendo”.
Pero el calendario de Agostina no se detiene. En los próximos días viajará a España, donde realizará un entrenamiento intensivo como preparación para el Mundial de Río de Janeiro. “Estoy muy feliz de poder perfeccionarme en otro país. Quiero llegar al Mundial con lo mejor que tenga”, afirma. Su meta no es solo técnica: “Quiero disfrutar esta experiencia, aprender mucho y compartir con gimnastas olímpicas e internacionales”.
La gimnasia como forma de vida
Hablar de gimnasia rítmica para Agostina es hablar de su identidad. No se trata solo de un deporte, sino de un modo de estar en el mundo. “Es mi refugio, mi cable a tierra y también mi forma de volar. Es el lugar donde me siento libre, fuerte y viva”, define con emoción. En cada entrenamiento, en cada caída, en cada acierto, aprendió a confiar en sí misma y a expresarse “sin decir una palabra”.
En cuanto al futuro, sus sueños son tan grandes como su entrega. “Quiero seguir representando con orgullo lo que amo, e inspirar a otras chicas como alguna vez alguien me inspiró a mí”, dice. Más allá de las pistas, Agostina se imagina uniendo todo lo que aprendió en la gimnasia con otros proyectos personales. “Quiero transmitir valores, ayudar a otras atletas y demostrar que los sueños, si se trabajan con amor, no tienen techo”.
“La Gimnasia Rítmica es mi refugio, mi cable a tierra y también mi forma de volar. Es el lugar donde me siento libre, fuerte y viva”
Desde su barrio Los Cerezos, Agostina levanta vuelo con la gracia de su cinta y la fuerza de su convicción. A punto de emprender su viaje a España y luego al Mundial de Río, lleva consigo no solo el nombre de Argentina, sino también la historia de una niña que creció entre recuerdos de su madre y convirtió su pasión en un modo de vida.
Mas info: @agos.vargass