Bicicletas: la respuesta más eficiente para rediseñar la movilidad urbanística, en el futuro panorama post Covid-19

Ana Martinović es Arquitecta y Urbanista croata, que llegó a nuestra ciudad hace dos años atrás. En el marco de la pandemia mundial provocada por el Covid-19, comparte con los lectores de EXPRESIÓN NORTE, una serie de pensamientos y observaciones que se traducen en propuestas simples y prácticas, no solo para prevenir la propagación del virus, sino también, para pensar a nuestra ciudad de cara al futuro.

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“¿Cómo el cambio de las políticas hacia las ciclovías puede ayudar a combatir la crisis del COVID-19? La crisis actual provocada por la pandemia de coronavirus, cambió radicalmente la manera de trasladarse de los ciudadanos. Los transportes públicos, más que otros, quedaron afectados por esta situación. En los discursos de los gobernantes, de una gran cantidad de países alrededor del mundo, podemos escuchar -casi como un lema común- que la salud de los ciudadanos es prioritaria. ¿Qué es lo que realmente significa eso? ¿Cómo va a funcionar en la práctica, de aquí en más, ‘poner la salud de los ciudadanos en primer lugar’?”, expresa la Arquitecta Ana Martinović en este nota especial para los lectores de EXPRESIÓN NORTE.

Repensar la ciudad

No es tarea placentaria salir con pronósticos de “cómo va a ser después de la cuarentena“. Pero una cosa es segura: que las personas, por mucho tiempo más, vamos a tener que mantener el distanciamiento social. Además, ya está claro que las consecuencias económicas van a tomar una dimensión impredecible. Esto, casi con seguridad, va a resultar en que más ciudadanos se vean obligados a utilizar el transporte público, para ir a sus lugares de trabajo, por ejemplo.

Dicho esto, se deduce que los gobiernos no pueden arriesgarse a dejar circular el transporte público de la forma como funcionaba hasta hace unos pocos días, liberando una posible propagación de la infección con coronavirus entre los usuarios. Esto sería una verdadera irresponsabilidad, más aún, considerando que “la salud de los ciudadanos está en primer lugar“. Ciudades europeas en Alemania, Austria, Bélgica o Hungría, han reconocido este problema.

Para Argentina, es una oportunidad extraordinaria para implementar algo que nunca existió en forma masiva en las metrópolis argentinas: sistemas de ciclovías urbanas que conectan toda la ciudad. El sistema, para empezar, puede ser muy sencillo. En Berlín y Budapest ya desde hace semanas, con el inicio de las medidas para contrarrestar la pandemia, están convirtiendo partes de sus calzadas en ciclovías. En Bruselas, por ejemplo, implementaron límites de velocidad de 20 km/h y dieron prioridad a los peatones para usar las calzadas. ¡Imagínense, cómo cambiaría esto a nuestra ciudad! Muchísimos menos autos circulando, ¡bicicletas y peatones marchando sin obstáculos! ¡Cuánto ayudaría a mantener el distanciamiento social!

El objetivo que se plantea en aquellas ciudades europeas, es ayudar, tanto a ciclistas que eligen este medio de transporte por la situación emergente del coronavirus, como a aquellos que preferían ya las bicicletas para trasladarse, a usar rutas seguras para llegar a su destino. Ni hablar de regalar calzadas a los peatones para poder mantener el distanciamiento. Esas medidas seguro van a favorecer también, una vez que el transporte público vuelva a sus horarios habituales, la disminución de multitudes y los excesos de pasajeros.

Medidas para hoy y el mañana

Las medidas temporarias casi que podrían hacerse de un día para el otro, con un plan sistemático de conexiones, que permitan unir  puntos claves de las ciudades con una frecuencia mayor; aprovechar calles anchas para “robarles” una parte de las calzadas y convertirlas en ciclovía o, en calles céntricas, donde se espera mucha frecuencia de peatones, limitar la velocidad de los vehículos. Si bien la responsabilidad y los recursos para llevar a cabo estas medidas en la ciudad está en manos del gobierno municipal, el gobierno nacional también puede ser de gran ayuda brindando su apoyo a estos proyectos con ayuda financiera y el dictado de legislaciones acordes a ellos.

Está bueno aprovechar esta crisis para cuestionar el uso del auto como transporte primario. Hoy, en las ciudades argentinas, prevalece la idea de auto-centricismo. Ahora, más que nunca, debemos replantearlo. Cuando las cosas vuelvan a “la normalidad”, seguramente, nuestra vida cotidiana no será igual. Para muchos de nuestros conciudadanos, quienes se quedaron sin empleos o con una significativa disminución en sus ingresos, la utilización diaria del auto ya no va ser una opción. Para los grupos de riesgo, el transporte urbano seguramente no va ser una opción. Así, las bicicletas podrán y deberán ser el modo de transporte necesario para mucha gente.

Sería muy irresponsable ignorar esta posibilidad de reevaluar los conceptos preestablecidos que tenemos sobre el transporte. Antes de hacerlo, quizás podríamos preguntarnos algo muy sencillo de responder: ¿Existe otro medio mejor, que uno que es gratuito, recomendable para la salud humana y de bajo impacto ambiental, como lo es la bicicleta? Retomando la cuestión de “la salud de los ciudadanos es lo primero”, ¿no debería ser entonces el momento de exigir medidas de tipo proactivas y no solo reactivas? ¿No es el momento de pensar que promover el uso de bicicletas –y medios similares- no es solo una solución frente al transporte en esta situación de Covid-19, sino un mirar al futuro y de una vez transformar nuestras ciudades en espacios amigables para estos medios limpios de transporte? Esta situación de la pandemia, nos está dando una oportunidad de cambio en muchos aspectos. Cambio hacia el futuro. ¿Cómo queremos que sean nuestras ciudades mañana? ¿Cómo nos imaginamos la Córdoba del futuro? Somos muchos. Entre todos…. imagínense el impacto que podemos generar. ¡Es excitante!