Su historia es un testimonio del amor por la vocación de servicio. A través de su labor incansable, ha contribuido no solo al desarrollo y crecimiento de la escuela, sino también a su formación integral como ser humano.
Dialogamos con Luis Zapata, persona destacada del barrio Poeta Lugones que anunció su retiro de la actividad y nos cuenta todos los momentos que vivió tras 43 años de servicio en una escuela que ha sido su segundo hogar.
¿Cuántos años trabajaste en la Escuela Maestro Puntanos de Barrio Poeta Lugones? ¿Qué tareas desempeñaste?
Comencé en la escuela como portero casero cuando se inauguró en abril de 1981. A partir de ahí estuve trabajando como auxiliar prácticamente veinte años, y después estuve como secretario unos veintitrés años más. Cuando llegué al barrio era todo monte, la escuela nació sin nombre y estuvo así durante cuatro años. Empezamos con un turno, luego se agregó el turno tarde y así fue creciendo la escuela.
¿Cómo recordás aquella escuela de los primeros años de vida?
La escuela tenía solamente los pasillos, cada aula estaba separada en la forma que actualmente tiene como hexágono. Los pasillos no tenían paredes, por lo que sufríamos mucho el frío, el invierno era muy crudo pero los chicos venían igual a estudiar.
“Cuando llegué al barrio era todo monte, la escuela nació sin nombre y estuvo así durante cuatro años”
¿Qué momentos recordas como los más importantes en todos tus años de trabajo?
Uno de los hechos más importantes fue en el año 85 u 86 cuando se hizo una campaña para juntar diarios, llenamos una sala de maestros y la dirección hasta el techo de papel. Era una campaña para LV3 y con eso se pudo comprar ladrillos para levantar todas las paredes de la escuela ya que no teníamos financiamiento de la provincia hasta que después la terminó comprando. Mientras tanto se mantenía con cooperadora, el aporte de los padres y eventos que se realizaban. Los padres venían y trabajaban sin pedir nada a cambio, pintando y levantando paredes. Hoy la escuela es un lujo, tiene calefacción con pantallas de gas para el invierno, aire acondicionado para el verano y muchas cosas más.
Viste pasar mucha gente y muchas generaciones de alumnos, ¿Qué te produce eso?
La primera directora que me recibió fue René Quiroga de Olmos hasta que llegó Nora Prado, y ahora me estoy retirando con mi última directora que es Valeria Di Stefano. Tuve ocho directoras diferentes en mis años de trabajo y prácticamente veintisiete promociones de alumnos. Hoy siento mucha satisfacción cuando me encuentran por la calle y me saludan, ya son adultos y son sus hijos, y hasta nietos los que estudian ahora en la escuela. Me siento orgulloso de la profesión que ejercí durante 43 años, me voy con el pecho hinchado de alegría y con muchos compañeros.
“Hoy la escuela es un lujo, tiene calefacción con pantallas de gas para el invierno, aire acondicionado para el verano y muchas cosas más”
¿A qué te vas a dedicar ahora? ¿Qué proyectos tenés?
Mi plan por ahora es disfrutar de ésta nueva etapa que es la jubilación. Tengo varios proyectos independientes pero para eso hay tiempo. La idea es seguir disfrutando de la vida.
¿Qué es lo más lindo que te llevas de todos tus años de labor?
Lo más importante de todo es el cariño de los chicos, el estar siempre con ellos, divertirme, jugar al fútbol y compartir viajes juntos. He conocido muchos lugares acompañándolos, sin dudas el tiempo compartido con ellos es lo más lindo que me deja ésta profesión. Luego, cuando estuve en la secretaría, comencé a tener más contactos con los padres y a conocer sus vidas y sus problemas, estrechando las relaciones con ellos también.
“Me siento orgulloso de la profesión que ejercí durante 43 años, me voy con el pecho hinchado de alegría y con muchos compañeros”