El hall del Centro Cultural Córdoba se transformó en un preámbulo de expectativas: luces que bailaban, murales de colores, gente parándose de sus asientos para saludar, abrazos, aplausos. Una mezcla de familias, diseñadores, activistas y curiosos que respondieron a la convocatoria: moda inclusiva, sostenible, diversa. Los modelos —mujeres, hombres, personas no binarias, cuerpos diversos— caminaron la pasarela con orgullo, desafiando estereotipos.
Tal como había adelantado el área de Ferias del Ente BioCórdoba, varias diseñadoras vinculadas a la economía circular presentaron sus creaciones: prendas y accesorios confeccionados a partir de textiles descartados, ropa en desuso, objetos reciclados. Marcas como Celu’c, Edith y Edith, Libélulas, Celeste Duman, Miradas Textil, Carolina Yapura, Solicita, Marga Taller, Creaciones MA.VE, Mis Querencias y Munay dijeron presente.
Ese gesto —reciclar, reutilizar, resignificar— convirtió al desfile en una declaración: la moda no tiene por qué ser sinónimo de consumo desmedido, ni la belleza de un canon excluyente. La sustentabilidad, la inclusión, el respeto por los cuerpos diversos y la revalorización de lo descartado se convirtieron en ejes de la propuesta.
La Fundación Somos Diversity presentó una nueva edición de Diversity Fest, el desfile inclusivo que promueve la representación y la inclusión laboral de personas con discapacidad en la moda, la publicidad y el arte.
Moda con propósito: más que prendas
El show tuvo momentos de emoción: aplausos largos, algún llanto, miradas cómplices. A la hora de las luces finales se encendieron las cámaras de celulares: asistentes exaltando la diversidad, celebrando la valentía de quienes suben a la pasarela para mostrar que hay belleza en todos los cuerpos, en todas las identidades.
Para muchas de las diseñadoras presentes, la experiencia fue más que una vitrina: fue reafirmar un compromiso. “No solo estamos diseñando ropa, estamos dando visibilidad a historias”, explicó una de ellas, al cierre del evento.
Del otro lado, del público, surgió el asombro: “Es la primera vez que veo algo así en Córdoba”, dijo una espectadora. Otra, con lágrimas en los ojos, confesó sentirse identificada: “Mi cuerpo, mis formas… nunca las vi celebradas así.”
La convocatoria mostró que Córdoba empieza a abrir espacios —físicos y simbólicos— para repensar los cánones de moda, belleza y consumo. Que la moda puede servir para visibilizar, para dignificar, para cuestionar. Que un desfile no es solo un evento estético: puede ser una herramienta de transformación.
Sin lugar a dudas, el evento fue un espacio único en la provincia para visibilizar nuevos paradigmas socioculturales de la belleza y la inclusión. Al caer la noche en el CCC, tras los saludos y las despedidas, quedó la certeza de que algo cambió. Que la moda cordobesa ya no es solo moda: puede ser diversidad, sostenibilidad y comunidad.
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