Desde hace 18 años, el Papá Noel Gaucho reparte alegría a los niños de Traslasierra

Daniel Antonio Casañas (78 años) vive en Mina Clavero, es Profe de educación Física, guardavidas matriculado y Licenciado en Psicología del deporte, y protagoniza una iniciativa solidaria para que ningún niño o niña se quede sin su presente en Navidad.


No se trata del protagonista de la película Milagro en la calle 34. Tampoco de un largometraje de Disney o de un cuento de Navidad. Él es real y regala felicidad a los niños de Mina Clavero. Se llama Daniel Antonio Casañas, pero todo el mundo lo conoce como El Gaucho Noel de Traslasierra. Durante su juventud representó al país en competencias internacionales de atletismo y aguas abiertas que le permitieron participar de campeonatos mundiales en Canadá y Juegos Sudamericanos en Brasil, Chile y Uruguay. Y hoy, a los 78 años disfruta de la vida con una iniciativa solidaria que comenzó en 2004.
En 1998 dejó su casa de San Miguel, en el conurbano bonaerense, para instalarse en las sierras cordobesas, más precisamente en Mina Clavero, donde realiza excursiones con avistaje de cóndores y paisajes paradisíacos de la zona.
Cada Navidad lleva adelante su tradicional campaña solidaria y luego de recibir miles de cartas y donaciones de juguetes de diferentes grupos de voluntarios, organizaciones, ONG e instituciones, se encarga de repartirlos por Traslasierra con la misión de que ningún niño o niña se quede sin su presente en Navidad.

“Ver los rostros de los chicos te llena el alma”

¿Cómo nace el Papá Noel Gaucho?
Soy una persona que siempre me gustó hacer algo por los demás. Hace 18 años surgió esta idea. Caminando por las calles los niños y grandes me decían que era parecido a Papá Noel. Entonces le dije a mi esposa: “Compremos un traje y le demos una sorpresa a los chicos”. Así fue, un 24 de diciembre de 2004 a la noche comenzamos con esta gratificante iniciativa. Voy casa por casa entregando regalos a los niños. Me dejan un mensaje hermoso que no me lo puedo olvidar, es un mimo al alma. Mi señora es incondicional. No existiría Papá Noel, si no existiera ella. Es mi mano derecha. Cuando mi nieta era chica contaba que Papá Noel era su abuelo y se le reían, pero le mostraba las fotos y le creían (risas).

¿Cómo fue su evolución?
Fue pasando el tiempo y el recorrido se fue estirando tanto, por lo que decidimos que teníamos que hacerlo en las placitas. Ya empezaron a venir de otros pueblos, sabiendo que acá se encontraban con el Papá Noel Gaucho. Cada año que pasa recibo miles de cartas, y durante la Navidad pasada llegué a entregar más de 2.500 regalos. También empezó a venir gente con juguetes rotos para que los pudiera reparar; y así fue como mi casa se transformó en un Taller.

¿Cómo organizas las campañas?
Las campañas, son campañas solidarias, en estos días recibimos una que viene de San
Francisco, por ejemplo. Todo lo que vamos recibiendo de distintos grupos solidarios y voluntarios, luego lo repartimos por los lugares que más lo necesitan. Agradezco a toda la gente que se suma a esta movida y nos da una gran mano. Gracias a Dios tengo muchos “Duendes mágicos” que colaboran conmigo. Como soy Guía de montaña, anuncio que vamos a hacer un avistaje, publicamos todos los requisitos y el costo es a la gorra. Así, hemos ido comprando equipos y llevando luz a la montaña; cables de alta tensión, equipos solares, entre otras cosas. En Instagram estoy como @elgauchonoel.

“Los niños se van convencidos de
que estuvieron con el Papá Noel
de verdad… Eso me reconforta , y me llena el alma y el corazón”

¿Qué es lo que más disfrutas?
Ver los rostros de esos chicos me marca para toda la vida. Una vez, una nena de 7 años me dejó una cartita en mi casa; y cuando la leí delante de ella me puse a llorar. Esa chiquita no pretendía un juguete, me pedía por la salud de su padre y que lo ayudara a conseguir trabajo. Fue terrible…

¿Hasta cuándo vas a ser el Papá Noel Gaucho?
Ya tengo 78 años y no sé cuánto tiempo me queda para seguir haciendo estas cosas.. Pero lo poco que sea, será suficiente porque me hace inmensamente feliz. El mensaje para los niños es que sigan disfrutando de esta “magia”. En este caso, los chicos se encuentran con un Papá Noel de carne y hueso, con su panza, barba y todo propio de él; entonces se van convencidos de que estuvieron con el Papá Noel de verdad… Eso me reconforta , y me llena el alma y el corazón.

Así es la historia de Daniel Antonio Casañas, el Papá Noel de Traslasierra que es amado por todos los niños y niñas de Mina Clavero y alrededores. Todo un ejemplo de vida, generosidad, calidez y amor al prójimo porque su noble gesto ilumina el rostro de miles de chicos que lo esperan cada Nochebuena y sueñan con un mundo mejor.-