“El taxista trabaja mucho con la cabeza y a veces, hace de psicólogo”

“La ganancia nuestra es la recaudación del día... El día que no trabajamos, es uno que no nos entra dinero”, expresaba Jorge Rosales de manera contundente, un taxista de B° La France quien, desde hace 6 años, hace del volante su fuente de trabajo.

Taxista

Cada 7 de mayo, se celebra el Día Nacional del Taxista y, aprovechamos esta oportunidad, para conocer un poco más sobre el oficio. Es que ser taxista es sinónimo de permanecer largas horas sentado, conduciendo: “El horario de trabajo no puede ser menor a 8 horas; pero la mayoría de las veces no baja de 12. Si uno quiera hacer una pequeña diferencia de dinero extra, estamos casi obligados a trabajar las doce horas”, lo confirmaba Jorge Rosales.

“Nosotros debemos hacer lo más eficiente posible las rutas para no perder tiempo y dinero”

¿Cómo es manejar en la ciudad esa cantidad de horas, diariamente?

Llega un momento que uno se satura, porque el manejo en la ciudad es bastante estresante. Sumando a eso, los días de paro o cortes en las calles, complican más nuestro trabajo. El trajín diario es agobiante a nivel mental. A pesar que esté todo el día sentado, el taxista trabaja mucho con la cabeza, porque debe constantemente trazar, definir y redefinir
rutas más rápidas, ágiles o directas. Hay que planificar cómo esquivar cortes de calles u
obras en la vía pública; por dónde “escapamos” y por dónde “salimos”. Nosotros debemos hacer lo más eficiente posible las rutas para no perder tiempo y dinero, pero en varias oportunidades, los pasajeros creen que uno los está llevando por el camino más largo intencionalmente, para cobrarles más.

¿Alguna experiencia curiosa?

Algunas veces ha sucedido que los fines de semana, a la madrugada, uno levanta un viaje y cuando llega al domicilio del pasajero y te dice: “Entro a mi casa a buscar la plata y te pago” y no salen más. A varios colegas les ha pasado lo mismo; esa es una forma de robarnos. Otra cosa que nos suele suceder, sobre todo los fines de semana, es que corremos el riesgo que nos puedan vomitar dentro del auto por estar tan alcoholizados. A mí me pasó una sola vez, pero por suerte no fue dentro del auto, sino que me manchó toda la puerta del lado de afuera, por la ventanilla.

“Cuando el taxista recién arranca a trabajar, descubrimos a Córdoba como otro mundo”

¿El taxista suele ser “psicólogo” de sus pasajeros?

Sí, la verdad que sí (ríe). Este rubro tiene un poco de psicología. Muchas veces me ha tocado conversar con gente que nos cuentan muchas situaciones difíciles de sus vidas. He visto pasajeros llorar… me han contado de enfermedades, relaciones complicadas y
muchos otros temas difíciles. La gente aprovecha a descargarse y contar cosas que no se las diría a nadie, porque saben que no nos van a volver a ver más. Entonces, uno como taxista, tiene que prestar el oído, escuchar y si es posible, dar un consejo sano.

Como taxista, seguramente se conoce “otra Córdoba”, ¿verdad?

Cuando el taxista recién arranca a trabajar, descubrimos a Córdoba como otro mundo. Uno comienza a manejarse solo con gente extraña arriba y, desde ese momento, uno tiene que conocer cada uno de los caminos y rutas posibles. Muchas veces, tenemos que descubrir cuáles son los barrios más peligrosos llegando allí sin intención. Por suerte, nunca me han robado.

“El año pasado fue muy duro económicamente, porque había pocos viajes y debíamos hacer paradas en lugares muy estratégicos”

Los días de descanso, ¿evitás tener que conducir tu auto particular?

Eso depende de cómo haya sido la semana de trabajo. Si la semana fue muy agobiante, uno llega a su día de descanso sin querer manejar. Pero muchas veces necesitamos el “cable a tierra” y salir un fin de semana a las sierras, por ejemplo. Entonces nunca nos salvamos de tener que manejar, sea para trabajar o para descansar.

¿Cómo vive la pandemia un taxista?

El año pasado fue muy duro económicamente, porque había pocos viajes y debíamos hacer paradas en lugares muy estratégicos, como bancos y supermercados, porque era en los únicos lugares donde había pasajeros potenciales. Pero ahora que la actividad está más reactivada y hay más pasajeros, a la mayoría de los pasajeros les tenemos que decir que utilicen correctamente el barbijo cuando suben al choche y muchos se enojan. La mayoría de las personas se quejan de la situación, pero cuando ellos tienen que ser responsables, no lo hacen.-