A sus 32 años, la historia de vida de Lucas está marcada por la adversidad y la lucha constante por la supervivencia. Sin embargo, en medio de la dureza de su realidad, encontró una forma de iluminar el camino con palabras y conocimiento: Vendiendo libros, además de cuidar autos.
Así, desde hace más de un año, el “Naranjita” se convirtió en una figura conocida en la intersección de las calles La Rioja, entre Mendoza y Rodríguez Peña, donde cuida los vehículos estacionados. Los vecinos lo saludan con afecto y los comerciantes de la zona lo reconocen como parte del paisaje urbano. Sin embargo, su trabajo no está exento de juicios y prejuicios injustificados por parte de algunos transeúntes. Pero Lucas, con serenidad, recuerda la importancia de “no juzgar un libro por su tapa, sino por su contenido”… Sin lugar a dudas, una lección que ha aprendido en las calles.
“La gente perdió el valor de la lectura”
Es en este contexto, el joven que supo vivir en B° San Martín y tiene tres hijos, decidió ampliar sus horizontes y convertirse en algo más que un “Naranjita”. Con la pasión y la convicción de quien experimentó las dificultades de la vida, emprendió la noble misión de compartir la cultura y el conocimiento a través de los libros. “Es para darle un poco más de cultura y vida a la gente porque ya se olvidaron lo que son los libros, han perdido el valor de la lectura”, expresa con determinación. Para él, los libros no son solo objetos, son herramientas poderosas que pueden cambiar vidas y abrir puertas hacia un futuro mejor.
En su modesta labor de buscavida, Lucas ha encontrado una forma de subsistir y, al mismo tiempo, de enriquecer la vida de aquellos que cruzan su camino. Con libros donados por personas generosas y un espíritu indomable, ofrece historias, conocimiento y esperanza a quienes transitan por las calles de B° Alberdi y el Centro, porque como solía decir su padre: “el arma más poderosa que tenemos es el conocimiento”.-