Las condiciones inhumanas de vida en las cárceles, el accionar represivo de los policías y la responsabilidad de las autoridades del sistema penitenciario surgen como otra lectura detrás de la historia oficial. El filme fue realizado en el Posgrado en Documentales que se dicta en la Facultad de Ciencias de la Comunicación y se reestrenó en el Cineclub Municipal Hugo del Carril de la ciudad de Córdoba en mayo. El primer estreno fue en diciembre de 2015.
¿Cómo fue el trabajo de investigación para realizar esta producción?
No fue un trabajo de mucho tiempo, porque el posgrado demandaba tiempos bastante acotados, pero sí muy intenso; desde que empezamos a investigar hasta que pudimos terminar con todo. La cantidad de información que recibíamos y cada uno de los personajes con los que nos encontrábamos, era bastante fuerte. Encontrar un eje fue el desafío más grande y cuando lo encontré, creo que me sentí más segura de por dónde encarar la investigación. Y eso se nota, la mirada que hay sobre el tema me parece que se nota en el documental.
¿De dónde nace la motivación de contar esta historia?
Cuando arranqué el posgrado tuve la necesidad de unir las dos carreras que hice, que son muy disímiles. Necesitaba unirlas en algún punto. Por eso el documental me parecía la manera. Después de varias clases de ver documentales políticos, uno de ellos -que me marcó- fue uno de Raymundo Gleyzer que se llama “Ni olvido ni perdón”, que es sobre la masacre de Trelew. Ahí hago la vinculación sobre este hecho histórico de Córdoba y me parecía que no se había hablado del tema, que no había ninguna obra realizada de esta forma. Y yo trabajaba con gente que había estado dentro de ese juicio que me podía dar una información particular y muy valiosa. Entonces, ahí arranca la investigación.
¿Cuál es la idea o tesis que impulsa y marca la línea del trabajo?
Está vinculado directamente con el nombre que terminó teniendo el documental: “59” se refiere a 59 internos que fueron los únicos juzgados por este “motín”, entre comillas que no reúne en realidad ninguna de las características de un motín como tal, como lo define el término. Más allá de que la sentencia reconoce que las responsabilidades fueron a nivel político, a nivel del servicio penitenciario y a nivel policial las muertes que hubo, solamente fueron juzgados 59 internos, identificados la mayoría de ellos en los techos por cámaras de televisión. Fue algo muy arbitrario, y posterior a esto, no hubo ningún otro juzgamiento ni de responsabilidades políticas ni de las muertes que supuestamente fueron a causa de disparos del personal policial.
En ese sentido, ¿cómo fue la búsqueda de estos entrevistados y la selección? Seguramente no todos deben haber estado muy dispuestos a hablar…
La verdad que no. Hubo gente que se negó a hablar. Algunos por motivos que no me expresaron, otros porque directamente no querían volver a esta historia tan cruenta, no querían recordar. La primera persona con la que me contacto, quien había hecho una investigación brutal sobre el tema, fue Adolfo Ruiz, quien es un periodista que escribió un libro que se llama “Rebelión”. Rebelión, lo que hace, es novelar el motín, lo cuenta como una novela siempre en base a testimonios fieles, sobre todo de internos. Cuando termino de leer Rebelión, me contacto con Adolfo y hoy es el coproductor del documental, por la cantidad de información que nos brindó y por cómo colaboró con este proyecto. Es él quien me pone en contacto con algunos de los personajes que aparecen en este documental. Después, investigando un poco más, yendo un poco más allá, quisimos abrir las voces a gente que no había hablado nunca. Por ejemplo, el ex Director del penal, la ex Jefa del Servicio Penitenciario, quien no había hablado sobre el tema y su voz me parecía muy importante. Todos los personajes que estuvieron en ese momento están representados por lo menos por uno, tanto sea funcionarios, como internos, como mediadores. Lo que quisimos hacer es que todas las partes que intervinieron estén representadas por lo menos por una persona.
“Este motín es un ejemplo de cómo se juzga todos los días”
¿A qué se debe la decisión estética de no identificar a los entrevistados al principio del documental?
Cuando se volvió a estrenar en el Cineclub Municipal me hicieron esa pregunta. Le parecía extraño que yo no identificara al principio quienes eran los entrevistados. Sí, al final, uno puede saber de quién se trata, qué rol cumplieron. La decisión fue que el relato y lo que estemos viendo en pantalla no genere ningún prejuicio previo, que no te hagas una idea. Probablemente, cuando termine el documental, hay ciertas personas que sorprenden quienes eran o que rol ejercían ahí. Me parecía que si estaban identificadas de manera previa perdían algún sentido. ”59”, lo que quiere hacer, es romper con ciertos prejuicios y me parecía que esa era una manera, no identificarlos, porque de todas maneras si el relato llega, va a llegar así sea el Director del penal, la Jefa del Servicio Penitenciario, un interno o un guardia cárcel. Llega de la misma manera, quería que llegara sólo por el relato, no por saber quién era dentro de ese motín.
¿Coincidís con la definición de “rebelión” por parte de Adolfo Ruiz?
Sí, por supuesto. Una de las entrevistadas es Magdalena Brocca, quien está muy inmersa en el tema y ella nos ha explicado un poco a qué nos referimos cuando hablamos de un motín. Un motín tiene muchísimas características que esto no reúne. Sobre todo, la cuestión premeditada y el objetivo y, en ese sentido, no hubo premeditación ni un objetivo concreto. Fue justamente eso, una rebelión, algo que se fue de las manos a causa de las condiciones infrahumanas en las que esta gente estaba viviendo y que se veía venir. Nadie sabía cómo ni de qué manera se iba a desarrollar ni qué iba a terminar de una manera tan cruel, pero era sabido que algo iba a pasar, porque ya no se podía vivir en esas condiciones.
En esa línea, ya como abogada penalista, ¿qué lecturas hacés sobre la situación en la que están hoy las personas privadas de su libertad?
Este motín es un ejemplo de cómo se juzga todos los días. Hay un sector que está estigmatizado para pagar siempre, que es fácil de juzgar y fácil de condenar y fácil de desproteger. Lo que pasa dentro de las cárceles no se entera nadie y a nadie le importa. Esta es la mirada que veo todos los días. Decir que “te pudras en la cárcel” es muy fácil y es algo que sobre todo el cordobés. suele decir muy a menudo, pero enterarnos un poco más de cómo viene la cuestión, cómo se juzga, a quiénes, de qué manera se los condena y para qué existe o no ese tratamiento penitenciario es importante. Me parece que el motín era un ejemplo muy claro de eso.
Agradecemos la información a Radio VillaNos, proyecto comunicacional de la Cooperativa Integral.