La historia del Peluquero y Barbero que ofrece cortes de pelo gratuitos a jubilados

Esteban Rubio tiene 32 años, dejó una carrera corporativa y se volcó por completo a su verdadera vocación: la barbería. Desde su local en B° Poeta Lugones regala cortes de pelo a adultos mayores cada mañana. Además, brinda cortes solidarios en los barrios donde más lo necesitan. Una historia de compromiso y solidaridad cotidiana.

Esteban Rubio encontró en la peluquería mucho más que un oficio. A sus 32 años, este barbero del B° Poeta Lugones dejó atrás una carrera de ocho años en el mundo IT y otra igual de extensa en la universidad estudiando ingeniería electrónica. Su búsqueda personal, confiesa, lo llevó a una conclusión reveladora: “No se trata de buscar querer ser alguien, sino de ser uno mismo”. Así nació Barbería93, un nombre que homenajea su año de nacimiento y su vocación temprana: “Soy barbero desde el 8 de mayo de 1993”, afirma con orgullo.

La idea de regalar cortes a jubilados no fue un plan premeditado, sino el resultado de una charla sincera con un cliente que se volvió amigo: “Matías Cabrera me sugirió la idea y me pareció espectacular. Sé que este talento que tengo no es solo para hacer plata. Creo que uno siempre puede ayudar desde el lugar en el que esté”. Desde agosto, cada mañana, Barbería93 abre sus puertas para que los abuelos del barrio se acerquen a buscar su corte gratis.

Esteban vive su trabajo con un sentido profundamente espiritual. “Considero que este regalo que Dios me dio no es para esconderlo bajo una piedra, o para mí mismo, es para los demás”, dice. La barbería se convierte así en refugio y punto de encuentro, no solo para jubilados, sino para quienes recorren las calles vendiendo lo que pueden. “Al que pasa vendiendo medias, agujas, salames, bizcochuelos… a todos ellos siempre pudimos ayudar”, cuenta.

Recientemente, llevó esta acción al Centro Vecinal Los Paraísos. Cerró su barbería por dos horas y se instaló con tijera en mano en un espacio comunitario. La respuesta fue conmovedora: “Fue excelente. Agradezco a Romi por esta oportunidad. Quedaron fascinados con el corte, chochos, pidiendo la fecha de cuándo se podía repetir. Lo que para uno es poquito, para otros es un montón”.

“Renuncié a mi trabajo después de ocho años para dedicarme de lleno a esto. Mi sueño es poder vivir de la barbería y ayudar a otros a encontrar su camino. El sillón de la peluquería siempre fue un diván. Ahí se comparten historias, se escucha, se acompaña. Cada corte es también un encuentro”

Cuando la vocación se vuelve servicio

La barbería siempre fue un lugar donde se cortan cabellos, pero también se tejen relatos. Esteban lo sabe y lo vive: “Ese momento entre el cliente y el barbero es único. Muchos recuerdan cuando tenían más pelo o de otro color. Es un momento íntimo, como un diván. Se conocen muchas historias, muchas vidas. Eso ayuda a vivir a pleno el día a día y envejecer lo mejor posible”. Cuenta, entre sonrisas, que varios quisieron pagarle igual, “unos caballeros”.

Con humildad, Esteban organiza su agenda para que esta iniciativa no interfiera con el funcionamiento de su negocio. “Ese martes cerré la peluquería por dos horas y me fui a cortarle el pelo a los muchachos. Trabajo con alguien más, pero él lo hace por la tarde”, explica. No busca aplausos ni reconocimientos, sino simplemente estar presente donde hace falta.

“Lo que para uno es poquito, para otros es un montón. A veces un simple corte de pelo puede significar muchísimo. Ese gesto genera alegría, confianza y dignidad.”

Su mensaje es claro y esperanzador: “Es Dios quien nos capacitó con este talento. Sería buenísimo poder tener estas obras con quienes lo necesitan. Igual, conociendo la profesión y a muchos colegas, estoy seguro de que la mayoría ya lo hace”. Esteban no se pone en un pedestal, pero sí sueña en grande: generar trabajo, formar a nuevos barberos, y expandir este oficio que considera una herramienta para transformar vidas.

Hace apenas un mes y medio tomó una decisión valiente: renunció a su trabajo fijo de ocho años para apostar todo a la barbería. Su objetivo inmediato es poder vivir de lo que ama, pero su visión va más allá: “Quiero generar oportunidades para otras personas, enseñar esta profesión, contagiar este mismo sentido a los demás. La plata va y viene, pero estas pequeñas cosas son las que dejan huellas para siempre”.

En una ciudad donde lo urgente suele tapar lo importante, el gesto cotidiano de Esteban Rubio se vuelve una caricia necesaria. Desde su sillón, su tijera y su fe, transforma en acto lo que para muchos es apenas una intención: estar cerca del otro.-

Más info:  93.barberiatebirubio93