En una tarde soleada, el pasado sábado 11 de octubre, el Parque Hipólito Yrigoyen se transformó en cancha, pista y espectáculo. Bajo el cielo de Villa Nueva, clásicos Fiat 600 rodaron para empujar una pelota gigante y disputar goles en una idea que despertó sonrisas y curiosidad. Fue la primera vez en el país que los autos se calzaron “botines” para un partido digno de recordar.
La convocatoria había corrido por redes y boca a boca: el 9° Reencuentro Nacional e Internacional del Fiat 600 incluiría un evento nunca antes visto en Argentina. Al caer la tarde, vecinos, fanáticos del automovilismo y familias enteras colmaron las gradas improvisadas, engalanando el ambiente con música, olores a mate y el murmullo expectante de quienes jamás imaginaron ver automóviles jugando al fútbol.
Desde la organización, el Club Fiat 600 contó con el respaldo municipal. El Club Leandro N. Alem y el Club Fiat 600 sumaron esfuerzos para montar la logística, engranaje y coordinación del evento, y el Club Alem colaboró con detalles de estructura y recepción.
El momento que parecía una fantasía comenzó con el rugido de motores encendidos. Los diez “fititos” se alinearon: cinco por equipo, uno reservado como arquero, y una pelota del tamaño de una calabaza esperaba ser empujada. Cada coche debía hacerse espacio con trompa, tacto y coordinación, como si en vez de ruedas sintieran pies, sorteando vecinas, conos y espectadores que reían mientras alzaban sus teléfonos para captar el instante.
En el marco del 9° Reencuentro Nacional e Internacional de Fiat 600, los clásicos “fititos” jugaron un divertido partido de fútbol, la primera vez en el país.
Goles, risas y pasión por el “Fitito”
El partido se extendió por más de una hora, mezclando instantes de tensión, risas, aplausos y versiones de “qué sucederá si colisionan”. Pero los autos maniobraron con respeto y conciencia. Al final, no importó tanto el marcador: el triunfo fue colectivo, hacia algo que quedará en los relatos del lugar.
Pero más allá de la competencia, lo que se vio fue humanidad y camaradería: los mecánicos auxiliando, los niños saludando con gestos a los autos, las parejas tomándose selfies frente a los “jugadores”. Algunos vecinos decían que jamás imaginaron que un auto podría despertar sentimientos de un equipo: “miralo ahí, parece un compañero”, murmuraban.
El partido de fútbol de los Fiat 600 combinó la historia del icónico modelo con la creatividad de los organizadores. Sin lugar a dudas, este tipo de eventos refuerza la pasión por los autos clásicos. Así, el encuentro se convirtió en un momento de disfrute para distintas generaciones.
Esa jornada en Villa Nueva fue más que un evento; fue un gesto simbólico. Los Fiat 600 jugaron fútbol, y la ciudad celebró la audacia, el humor y la unión. En cada empujón quedó el eco de una comunidad que se anima a transformar lo cotidiano en algo inolvidable.
Si alguien pregunta en el futuro qué pasó aquel día en que los autos jugaron al fútbol, bastará mirar las fotos, escuchar las risas y recordar la tarde en que los “fititos” rompieron esquemas y rodaron hacia un sueño compartido.
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