“Luchi” Cortinez: La modelo que transforma su enfermedad en arte, movimiento y resiliencia

Tiene 54 años y encontró en su bastón “Libertad” y en su blog “Comotoque”, una forma de abrazar la vida tal como llega. La modelo inclusiva cordobesa camina, baila, enseña y cuenta su historia para inspirar a otros, desafiando los límites de una enfermedad neurodegenerativa desmialinizante progresiva que se manifestó en su cuerpo en 2018.

Luciana Cortinez tiene 54 años —cumplirá 55 el próximo 15 de enero— y una energía que desborda todo lo que toca. Vive en Casonas del Norte, en B° Las Rosas, está casada con Ignacio hace 18 años —a quien llama “Amore”— y es mamá de Gastón y Manuel, sus “negritos amados”. Fue docente municipal, profesora de natación, de ritmos caribeños, de yoga, bailarina “de alma” y, hoy, modelo inclusiva. Su vida cambió para siempre en 2018, cuando comenzaron los primeros síntomas de una enfermedad desmielinizante difícil de diagnosticar llamada hoy Neuromielitis Óptica Atípica. “Mi recorrido desde el 2018 fue bastante particular, porque costó bastante llegar al nombre de la enfermedad, ya que estas enfermedades se desarrollan distinto en cada persona”, recuerda.

Su tratamiento, lejos de ser un golpe, se convirtió en un ritual. “Mi tratamiento para mí es una oportunidad de frenar un poco la enfermedad”, explica. Cada vez que recibe Rituximab se prepara como si fuera una celebración íntima: “Me levanto temprano, me visto linda. Siempre hago algún baile y lo comparto en mi blog para llenarme de buena energía”. Va sola, por decisión propia, porque siente que así su cuerpo está “descansado y tranquilo” para recibir la medicación. Son cinco horas en las que medita, duerme, responde preguntas o graba TikToks: “Elijo canciones que en ese momento me resuenan para compartirlas en mi amado Comotoque”.

Su blog, justamente, nació de un empujón amoroso. “Llegué a través de mi blog Comotoque. Es mi nido de amor”, confiesa “Luchi”. Lo abrió gracias a un consejo de la comunicadora Flavia Irós —“Es importante que muestres la resiliencia virtual”— y al acompañamiento de su psicólogo, Santiago Fernández. Fue este espacio el que la conectó con nuevos horizontes, incluido un mensaje inesperado en 2024: la invitación de Megui Ventura, fundadora de Somos Diversity, para participar del Diversity Fest. “Desde allí conectamos desde el amor, el mismo propósito y la misma energía”, cuenta.

Subirse a una pasarela, para Luciana, es más que un acto artístico: es una declaración. “Para mí estar hoy en una pasarela es “oportunidad”. Me siento bendecida y atrevida a la vez, y eso me encanta”. No camina sola: la acompaña su bastón, al que bautizó “Libertad”. “Me da autonomía”, afirma. Y su misión es clara: “Visibilizar que todas las personas podemos ser modelos. Que no existe un estándar de belleza ni una edad para subirte a una pasarela y ser feliz”.

El baile es su otro pulso vital. “Bailo desde siempre, llevo la danza en mi ADN. No existe un día que no baile aunque sea un poquito”. La danza le sostiene el espíritu, la ayuda a liberar emociones y la conecta con su grupo de amigas bailarinas que siguen el legado de su querido profe Joel Doval, “nuestro ángel guardián”. Y el yoga es el equilibrio cotidiano: “Me ayuda a tener mucha conciencia corporal y también mucha conciencia emocional”.

Cada día es único, por eso viví como puedas, como toque”, repite Luciana como mantra diario, una frase que se volvió su guía para abrazar lo que llega, aceptar lo que duele y celebrar lo que vibra.

El arte de vivir…

Aun así, Luciana no deja de proyectar. “Me encanta tener proyectos”, admite. Sueña con seguir en Somos Diversity, llevar su historia al teatro mediante un biodrama, participar en campañas y desfiles, e incluso conducir un streaming con cinco mujeres “todas distintas para hablar de la vida”. Pero también sabe que debe vivir con pausa y cuidado. “Me tengo que poner un freno porque necesito tiempo para ir a mi centro de neurorehabilitación Fisiare, que es mi lugar en el mundo. Sin mis terapeutas no podría hacer las cosas que amo”.

Su equipo médico es parte fundamental de su historia, y ella lo reconoce con gratitud. En su camino la acompañan el neurólogo Dr. Villagra Coco Ariel, la fisiatra Dra. Lucila Ferreyra, la reumatóloga Dra. Cintya Otaduy, el neumonólogo Dr. Juan Pablo Casas, la cardióloga Dra. Verónica Castellano, el urólogo Dr. Cristian Sonzini y el gastroenterólogo Dr. Pablo Rodríguez. Además, en Fisiare se sostiene día a día con terapias de kinesiología, fonoaudiología, terapia respiratoria, terapia ocupacional, psicología, piso pélvico y neurocognitiva.

Para mí estar hoy en una pasarela es OPORTUNIDAD; me siento bendecida y atrevida a la vez. Hoy mi propósito es mucho más importante: visibilizar que no existe un estándar de belleza ni una edad para subirte a una pasarela y ser feliz, incluso cuando camino con mi bastón ‘Libertad’, que me recuerda que todavía puedo seguir avanzando.”

A pesar de todo —y quizá por todo— Luciana elige siempre el presente. “Soy de vivir mucho el aquí y ahora”, asegura. Su fuerza está en aceptar lo que llega, pero también en abrir espacio a lo que sueña. “Me gustaría estar estable para seguir disfrutando de todo lo que hago y de mi familia”, dice, con la serenidad de quien conoce la fragilidad pero también la belleza de cada día.

“Luchi” cierra sus jornadas con una frase que es su faro personal y que repite como un mantra: “Cada día es único, por eso viví como puedas, como toque. Dale lugar a tu lado más vulnerable porque ahí es donde encontrás tu mayor fortaleza y valentía. Y sobre todo regalate alegría y amor como lo hacés con los demás. Sé compasiva con vos misma”. Su vida entera es la prueba de que ese consejo no es solo poesía: es un camino posible.

Más info: comotoque