Por Casandra Quevedo
“Una mañana que me levanté triste por una situación personal, intentando hacer algo que me levante un poco el humor. Recordé una acción que habia tenido un amigo mío, diciéndome que se proponía a darle de comer una vez por semana a las personas en situacion de calle. Fui en busca de esa experiencia”, contó Maximiliano Sapino.
Por eso se propuso armar tortas fritas, salir a las calles y ayudar a quienes pudiera. En su cuenta de Instagram contó cada una de las historias de estas personas:
-Verónica: Además de dormir en la calle, lo hace bajo un Mc Donalds, porque es el único lugar donde hay una cámara de seguridad, ya que la han querido violar 2 veces. Me recibió con una alegría inmensa y no pude evitar quebrar en llanto cuando me contó su historia. A ella le gustan mucho los animales y la naturaleza.
-José: Abre las puertas de los taxis. Duerme en un refugio en Humberto Primo y padece un Parkinson que apenas lo deja trabajar. Tiene 60 años y le gustan las motos.
-Olga: A ella la encontré revisando la basura, en busca de comida. Pero no para ella, sino para un gatito que ella cuida. Muchas veces deja de comer para darle de comer. A Olga le encanta el campo.
-Antonio: A él le quitaron su casa unos sobrinos llenos de odio (quiero creer), y le dieron una habitacion donde duerme con cucarachas y una rata. Es muy amoroso y le encanta la comida rica.
-José: Es docente de un colegio público de nuestra ciudad y pide plata para pagar el lugar donde duerme. Nadie lo queire ayudar.
-Daniel: Él tiene esclerosis múltiple y cuando llegué, estaba solo en un callejón. Donde duerme, los otros indigentes estaban tomando alcohol y drogándose con pegamento. Me comentó que las aguas se ponen muy turbias cuando eso sucede.
Una realidad completamente diferente
Maximiliano aseguró que en total, esa noche compartió un momento con 10 o 12 personas, y que al principio por enfermedad o por desconocimiento, algunas no le recibían las tortas fritas. Pero con los demás, pudo sentarse, hablar, preguntar que necesitaban o dónde dormían. Lamentablemente no pudo formar un vínculo mas a largo plazo, porque al día siguiente volvió a estos mismos lugares y no los encontró.
“Me gustaría que nadie más tenga que pasar por esta situación”
Sobre la conclusión a la que llegó tras su acción solidaria, Maxi comentó: “Fue que cada persona tiene una historia particular y lucha todos los días por sobrevivir. Me encantaría que nadie más tenga que pasar por esa situación en su vida. Me encontré con una pareja de gente mayor, revisando la basura para darle comida a 10 gatitos, que su vecina le había tirado en su casa. Revisaba la basura para los gatitos, ¿Entendés? Y la gente acá en el exterior está peleándose por quién tiene más seguidores. Increíble”.
Una acción para replicar
Tras su publicación en Instagram, la idea de este joven solidario era que la gente pudiera “replicar” esta acción, y realizarla por su lado. Sobre esto, agregó: “Hablé con algunos interesados en hacerlo, pero nadie lo llevo a cabo, lo cual fue una desilusión completa a todo mi plan. Pero el hecho de ser convocado para esta nota, abrió mi espacio al saber que sí habia personas que lo habían tenido en cuenta”.
“Me gusta decir que la vida se trata de fé. Algunos la encuentran en la religión, otros en ayudar para llenar su barrita de energía. Tener empatía y ser solidario son valores necesarios para que la vida en comunidad avance y sea más feliz. Construyamos una sociedad mas justa. Para ello hay que empezar por uno y por una docena de tortas fritas”, concluyó Maximiliano.