Una cordobesa enseña a nadar y sanar traumas con su método “Agua calma”

En la pileta del club Matienzo de B° Villa Cabrera, la instructora Gabriela Quebedo desarrolla un enfoque pionero para que quienes temen el agua puedan reconectarse con ella sin presión. Las clases conjugan natación, contención emocional y paciencia: una nueva forma de aprendizaje acuático.

Desde octubre de 2024, en la pileta del Club Matienzo, ubicado en B° Villa Cabrera, una propuesta poco común viene cambiando vidas. Su creadora Gabriela Quebedo,  cordobesa de 39 años, profesora de Educación Física— decidió dar un giro profundo a lo que tradicionalmente se entiende por aprender a nadar.

Su método, llamado “Agua calma”, no se centra en la técnica ni en competencias, sino en sanar traumas vinculados al agua: miedos, ansiedades o experiencias negativas que impiden disfrutar del medio acuático.

“No se trata de obligar a nadie a nadar rápido o ganar una prueba; se trata de que alguien que le teme al agua pueda meterse, flotar, respirar y sentirse en paz… Te enseño a perderle el miedo al agua con tiempo, saber y empatía”, resume la instructora. Partiendo de ese enfoque, cada clase respeta los ritmos individuales: grupos pequeños, ambiente silencioso, contención emocional, y mucha paciencia.

Uno de los casos más emblemáticos del método es el de una mujer francesa de 72 años, que antes no podía soportar que el agua le rozara la cabeza al ducharse. Tras varias semanas de clases, logró sumergirse, buscar objetos bajo el agua y, finalmente, flotar sola —un cambio que para ella representó una libertad inesperada.

Otros alumnos del club comparten historias de superación similares: mujeres de 49, 71 y 75 años que arrastraban traumas desde la infancia y hoy disfrutan del agua con tranquilidad. Ellas destacan el ambiente respetuoso, la paciencia del método y la emoción de “volver a sentirse libres” al flotar.

“No se trata de que alguien nade más rápido; se trata de que pueda meterse al agua sin miedo, respirar y sentirse en paz”, explica la instructora. Su método Agua Calma trabaja desde la contención emocional y el respeto por los tiempos personales, logrando que personas con traumas profundos recuperen la confianza en el agua.

Cuando el agua sana

El enfoque de Agua calma replantea la relación con el agua como una experiencia terapéutica, no solo física. En un entorno donde la técnica, la velocidad o la competencia suelen primar, este proyecto ofrece algo distinto: un espacio para reconectar cuerpo, mente y emociones.

Además de las clases en pileta, la instructora proyecta una expansión: capacitar a otros profesionales para replicar Agua calma en otros clubes o espacios, e incluso pensar en capacitaciones online. Su objetivo es que el método deje de ser algo exclusivo de Matienzo para transformarse en una alternativa accesible para quienes sufren de hidrofobia o trauma acuático.

En la pileta del Club Matienzo, en barrio Villa Cabrera, ya transformó historias de vida: alumnas de 49, 71 y 75 años superaron temores adquiridos desde la infancia. “Verlas flotar por primera vez es emocionante: es libertad pura”, cuenta la creadora del método.

Desde su regreso a Córdoba tras pasar por la natación de alto rendimiento en el exterior, esta profesora encontró una misión más profunda: no transformar personas en nadadores competitivos, sino devolverles la confianza y la posibilidad de disfrutar del agua sin miedo.

Hoy, gracias a Agua calma, la pileta del club Matienzo no es solo un lugar de deporte: es un espacio de sanación, inclusión y transformación personal. Un recordatorio de que a veces aprender a nadar puede ser mucho más que dominar un estilo: puede ser reencontrarse con uno mismo.

Más info: Gabriela Quebedo