Guadalupe Zamar Despontin es periodista, escritora y comunicadora de temas que no son tan hablados pero que muchos quieren escuchar. Desde la Editorial Recovecos, editó su segundo libro “Desde que comencé a soñarte. Historias inusuales de familias asombrosas”, que recorre relatos de cordobeses que lidiaron con dificultades en la concepción y transitaron los caminos de la medicina reproductiva.
El libro cuenta con el prólogo de Maru Pesuggi y con ilustraciones de la artista plástica cordobesa María Pía Coppari.
En diálogo con Canal 10, Guadalupe señala que “Mi primer libro hablaba del deseo de ser madre y de concretarlo , hasta el nacimiento de Olivia. Y este segundo libro tiene un hilo conductor sobre la búsqueda de mi segundo hijo nacido, Baltazar y este nuevo monstruo de la infertilidad secundaria”. La autora ha transitado un largo camino de lucha para ser mamá con tres tratamientos de alta complejidad, otros tantos de baja complejidad y tres embarazos perdidos durante ocho años.
En su búsqueda, comenzó a interiorizarse en temas como medicina reproductiva, gestación por sustitución o subrogación de vientre, la doble donación de gametos y abandonar la pertenencia genética en un hijo, vacíos legales y el cuestionamiento ético que se tiene ante estos temas, incentivando al debate y visibilidad de cuestiones que son más frecuentes de lo que se sabe.
Expresión Norte dialogó con la autora para conocer más sobre el libro y su contexto:
¿Por qué hay temas que todavía son tabú en la sociedad en pleno siglo 21?
Cuando comencé a escribir mi primer libro, “Hacia La maternidad”, lo hice a modo personal, como una especie de diario de una catarsis al no poder concretar mi deseo de ser madre y tener que transitar por tratamientos de reproducción asistida. La falta de conocimiento sobre el tema y la imposibilidad de hablar con mis pares, familia o amigos me hizo darme cuenta de que era un tabú, pero que paradójicamente es mucho más frecuente de lo uno piensa. (Según la OMS, se calcula que una de cada seis personas se ve afectada por la incapacidad de tener un hijo en algún momento de su vida)
La sexualidad, la organización familiar fuera de eso a lo que llamamos “familia tipo”, la infertilidad es tabú todavía. Hay mucha más visibilidad, pero no se habla lo suficiente. Aún cuestionamos a mujeres -no tanto a hombres- que deciden no ser madres, o si lo deciden de manera monoparental. Todavía nos cuesta poner en palabras las implicancias emocionales de la infertilidad, y no hablar del tema definitivamente no ayuda. Lo viví escribiendo ese libro y lo reviví desde el momento en que empecé con “Desde que comencé a soñarte”.
¿En qué te ayudó escribir el libro en pleno proceso de “lucha”?
Me ayudó para documentar mi proceso y también para sacarlo de mi sistema. Había poca gente con la cual hablar y en algún punto, uno comienza a sentirse sapo de otro pozo. Escribir se volvió natural, y cuando entendí que mi historia era igual a la de tantos otros -por supuesto que con matices y particularidades- entendí que compartirla podía ayudar a ‘esos otros sapos’ en estas travesías.
¿Pensás que tuviste que transitar todo el camino sinuoso de ser madre porque tenías la misión de ser la voz y la palabra de lo que no se habla?
Bajo ningún punto de vista. El por qué o el propósito de transitar lo que transitamos con mi pareja aún no logro descifrarlo, pero tampoco me enrosco con esa búsqueda. Sí creo que me convertí en una militante y que desde que vivenciamos el lado a y b de la fertilidad y el duelo gestacional, me convertí en otra persona. La militancia incluye un otro, y conocí y conozco diariamente tantas otras personas con sus historias, que me resulta imposible mirar para el otro lado. Me gusta sentir que al menos desde la empatía puedo acompañar esos sentires y entregar un poco de alivio. Pero no me considero “una voz”, pero sí muchas veces, un catalizador.
“Según la OMS, se calcula que una de cada seis personas se ve afectada por la incapacidad de tener un hijo en algún momento de su vida”
¿Cuánto apoyo del estado todavía falta para poder desempeñar un tratamiento de forma “normal”?
Argentina cuenta con una ley de fertilidad que es bastante amplia y ayudó a cientos de familias desde su sanción a poder acceder a tratamientos de alta y baja complejidad. Pero la cuestión monetaria de cobertura o no de un tratamiento no es suficiente. Hay muchas otras cuestiones que tienen que ver con el debate y la legislación que hay que discutir, como un registro único de donantes de gametos (semen y óvulos); embriodonación; gestación por sustitución con fines comerciales o solidarios. La ciencia y la familia evolucionan y la legislación por lo general no acompaña ese ritmo. Hablamos de potenciales vidas y vidas que son sujetos de derecho. El debate es mucho más profundo que una cobertura médica.
“Sin lugar a dudas, el viaje de buscar ser madre, acompañado con información de calidad, con afecto y empatía, se transita mucho mejor”
¿Cuál era tu motivación para seguir apostando a ser madre pese a los obstáculos?
Nunca me cuestioné si quería o no ser madre. Para mí era algo inherente al ser femenino. Cuestionarlo ni siquiera se me había ocurrido, hasta que quise concretar ese deseo y no se lograba. Eso me llevó a búsquedas existenciales más profundas: el deber ser de la figura femenina, esto de “la realización de la mujer”. El mandato, la sexualidad. Todo se puso en tela de juicio. Y a pesar de analizar todo, de comprender mis escenarios y posibilidades y de que la maternidad no era condición para nada, el deseo se mantuvo fuerte. Tuve que explorarlo y ratificarlo y hoy en día, después de mucho andar soy muy feliz siendo madre de Olivia y Baltazar y respetuosa de la memoria de mis hijos no nacidos. Y creo que entender todo ese proceso, validó el deseo y también me abrió la cabeza en muchos otros aspectos.
¿Qué consejos podrías darles a todas aquellas mujeres que desean ser madres y no pueden concretarlo?
Que si bien cada uno tiene que protagonizar su película y hacer su experiencia, la búsqueda de un hijo que no llega puede ser larga, extenuante y muchas veces ni siquiera lo logramos. Y que a pesar de ello, la vida es hermosa y sus posibilidades, infinitas. Está muy bien buscar con pasión y determinación. Está bien pausar la búsqueda. Está bien desistir. Está bien encontrar formas alternativas de maternar y paternar. Nadie puede decirnos hasta cuánto y qué. Pero sin lugar a dudas, el viaje acompañado con información de calidad, con afecto y empatía, se transita mucho mejor.

¿Qué etapas o procesos seguiste para documentar las historias y experiencias de tu libro?
“Hacia la maternidad”, narra mi historia y la de mi pareja hasta el nacimiento de Olivia. Allí con un estilo narrativo particular, en primera persona, voy desglosando sentires y compartiendo información documentada con especialistas a través de entrevistas. “Desde que comencé a soñarte” es la continuidad de esa historia y lo que sucedió después del libro con la infertilidad secundaria y con nuevas historias que fueron llegando a partir de ese libro. Desde que comencé a soñarte habla de subrogación de vientre, duelo genético, donación de gametos, familias monoparentales y abortos. Cualquiera de estos libros fueron pensados para lectores de todo tipo, no únicamente aquellos vinculados a la fertilidad o medicina reproductiva. El estilo es novelado aunque ninguna historia es ficción y estoy segura de que deja pensando a quienes desconocían todo sobre estos mundos y se siente como un abrazo para quienes se sienten atravesados por él.
En líneas generales, ¿cómo ha sido el feedback con tus lectores con respecto a “Desde que comencé a soñarte”?
El feedback del libro es un regalo. Sentir que pude transmitir con fidelidad historias de otros y que esos otros se emocionaran y lo vivieran con gratitud, es más de lo que puedo pedir. Pero además, la respuesta de los lectores en general es maravillosa. Comentando, agradeciendo, haciéndome llegar nuevas historias. Lo que se genera alrededor de los libros es mágico y creo que forma parte de un saber colectivo que se nutre y retroalimenta constantemente.
Más info: @guadazamar
Por Ale Galvaliz