En el corazón del complejo penitenciario de Bouwer, donde el silencio y los muros suelen hablar más de encierro que de futuro, algo diferente empezó a brotar. Literalmente. Compost, lombrices y cientos de tapitas de plástico comenzaron a tejer una historia que desborda creatividad, reinserción y sustentabilidad. Una historia que tiene como protagonistas a los internos, y como escenario, uno de los talleres productivos del Servicio Penitenciario de Córdoba.
La propuesta es tan simple como poderosa: por cada 100 tapitas de gaseosa, cualquier persona u organización puede llevarse un kilo de humus de lombriz, elaborado por los propios privados de libertad. El compost, rico en nutrientes y producido de manera totalmente orgánica, se convierte así en moneda de cambio en un trueque que busca mucho más que beneficios materiales.
La idea nació en el área de Trabajo, Producción y Comercialización del penal. Laura Cabral, coordinadora del taller de Reciclado, explicó que el proyecto conjuga varios objetivos: darle valor al trabajo de los internos, promover la conciencia ambiental y, a la vez, reutilizar materiales que normalmente se desechan. “Acá todo se transforma”, afirma con orgullo.
Los internos elaboran compost y transforman tapitas en madera plástica. Una experiencia productiva y ambiental que apuesta por la reinserción y el compromiso comunitario.
Y no exagera. Las tapitas que llegan a Bouwer no solo permiten acceder al compost. También se reciclan en máquinas especiales para producir madera plástica, un insumo con el que se fabrican bancos, mesas y otros muebles. Ese material, elaborado por las manos de personas que cumplen condena, ya empezó a ser utilizado tanto dentro como fuera del penal.
Un trueque con impacto social
La Fundación APADIM, dedicada a la inclusión de personas con discapacidad, fue una de las primeras en sumarse a la iniciativa. Llevó mil tapitas y recibió diez kilos de compost, que hoy abona su huerta comunitaria. “Nos pareció una propuesta hermosa. No solo por lo ecológico, sino porque hay trabajo, hay dignidad en eso”, dijeron desde la institución en redes sociales.
El canje se realiza en el local de exposición y ventas del Servicio Penitenciario, ubicado en calle Balcarce 216, en la ciudad de Córdoba. Está abierto de lunes a viernes, de 7 a 17hs., y cualquier persona puede participar. Desde el organismo confirmaron que ya se están recibiendo consultas de otras organizaciones sociales, escuelas y clubes barriales.
La propuesta forma parte de una política más amplia de economía circular impulsada por la Provincia. El objetivo es claro: reducir residuos, promover empleos verdes y generar oportunidades donde antes había exclusión. En el penal, esto se traduce en talleres de carpintería, reciclado y compostaje donde los internos se forman y trabajan.
El canje se realiza en el local de exposición y ventas del Servicio Penitenciario, ubicado en calle Balcarce 216, en la ciudad de Córdoba. Está abierto de lunes a viernes, de 7 a 17hs, y cualquier persona puede participar.
Mientras tanto, en uno de los galpones de Bouwer, entre bolsas de lombricompuesto y pilas de tapitas recién lavadas, un grupo de hombres en overol continúa con su tarea. Algunos clasifican plásticos, otros mezclan restos orgánicos con tierra y lombrices. Ninguno se queja. Saben que están haciendo algo útil, que lo que producen vuelve a la sociedad en forma de tierra fértil y compromiso.
Detrás de las rejas, florece una red donde cada tapita cuenta, cada residuo tiene valor y cada paso hacia la reinserción se construye con trabajo. Porque incluso en los lugares más inesperados, las buenas ideas pueden germinar.
Más info: Tel. (0351) 4342002 – expo.vtaspc@gmail.com