Desde pequeño, Santiago Reyna supo que su cuerpo tenía algo para contar. “Desde que tengo memoria, siempre me gustó bailar, cantar y actuar… obviamente de niño lo hacía en forma de diversión y jugando”, recuerda con ternura desde Antalya, Turquía, donde hoy vive. A sus 23 años, este joven cordobés del barrio Las Palmas encontró en la danza no solo una vocación, sino una forma de vida.
El camino no fue sencillo. Probó el Hip Hop y los ritmos latinos en su infancia, pero debió enfrentar prejuicios sociales que lo alejaron momentáneamente. “Lamentablemente dejé por prejuicios sociales e internos, sobre un chico o niño varón haciendo danza en ese momento… lo que significaba eso”. Pero algo cambió radicalmente cuando, a sus 17 años, presenció una obra de danza contemporánea: “Ese día algo dentro mío despertó, como una convicción de que yo quería llegar a ser como esos bailarines… lo quería tantísimo que me decidí por empezar al año siguiente mi carrera profesional”.
Con formación en múltiples estilos —desde contemporáneo hasta heels, dancehall y afro— “Santi” se define como un bailarín versátil, aunque hay uno que hoy lo representa por completo: “Me considero más un bailarín de Heels. Es el estilo que siento que me marca”.
“A los 17 años, Ví una obra de danza contemporánea y supe que quería estar de ese lado del escenario. Ese día, algo dentro mío despertó para siempre.”
Danza sin fronteras
Su historia con Turquía comenzó hace cuatro años, cuando conoció a la compañía Seans Organization, famosa por sus shows en hoteles de lujo. En 2020 se presentó a una audición, pero no fue seleccionado. “Fui eliminado en la primera instancia. A los dos años siguientes no me presenté por cuestiones laborales”. Este año, por fin, su momento llegó. “El 3 de febrero audicioné de nuevo y quedé preseleccionado. Tuve que esperar un mes y medio con mucha ansiedad hasta que me llegó el mail con la propuesta oficial”. El 31 de marzo, el querido, carismático y talentoso Profe de Danzas de la Academia de Danzas SALOME, abordó el avión que lo llevaría directo a su sueño.
Su llegada a Antalya en Turquía fue una mezcla de asombro y felicidad. “Sentí mucha energía y ganas de vivir toda esta experiencia. Lo que más me sorprendió fue que acá hay muchos gatos y se los súper respeta. Son reyes de las calles”. También se reencontró con algo que buscó durante años: “Disfruto mucho de tener mi tiempo 100% para vivir de lo que más amo, que es la danza”.
“La danza es mi forma de vida. Es mi cable a tierra, es para lo que vivo y lo que me hace sentir vivo también”.
Su día a día comienza entre las 7:30 y las 9:00, con entrenamiento matutino, seguido de almuerzo, algo de descanso, y desde las 16 o 18hs, parte hacia los hoteles donde actúa cada noche. “Me tocó hacer homenajes a Madonna y Queen. Hay muchos extranjeros en la compañía, de diferentes países”. La rutina incluye, como en cualquier casa compartida, limpieza, compras y vida social.
Fuera del escenario, Santiago enfrenta el desafío de adaptarse a un nuevo idioma y cultura. “Me cuesta aún la adaptación, pero día a día se va mejorando. Me suelo hacer entender bastante bien con el inglés, aunque me falta aprender mejor”, confiesa. Vive en un complejo de la empresa con habitaciones similares a una residencia. “Es bastante normal la vida acá. Tengo mis tiempos y luego cumplo con mi jornada laboral por las noches”.
Sobre la cultura local, destaca el respeto a lo ajeno y la fuerte impronta religiosa. “Acá se respeta mucho lo que es de uno y lo que es de otro. Las mujeres se tapan incluso para meterse al mar. Y hay un pensamiento social muy machista”. Aún así, fue bien recibido por la organización. “Los europeos son muy fríos, pero en la compañía nos recibieron súper bien. Igual, los argentinos somos muy llamativos por nuestra forma de expresarnos y tan ‘getones’”, dice entre risas.
“Quiero seguir viviendo al 100% del arte, complementar con actuación y canto, y seguir teniendo proyectos en diferentes ámbitos”.
Para Santiago, la danza es mucho más que una profesión. “Es mi forma de vida. Es mi cable a tierra, es para lo que vivo y lo que me hace sentir vivo también”. Aunque todavía no tiene fecha de regreso a Córdoba, extraña con fuerza la comida argentina. Y sueña en grande: “Quiero seguir viviendo al 100% del arte, complementar con actuación y canto, y seguir teniendo proyectos en diferentes ámbitos”.
Criado en el barrio Las Palmas, “Santi” encontró en la danza un camino de expresión y valentía. Ahora brilla en Turquía y sueña con seguir bailando alrededor del mundo.
Desde tierras turcas, Santiago Reyna es una prueba de que los sueños no entienden de distancias ni fronteras. Solo de pasión, decisión y una firme voluntad de bailar la vida entera.
Más info: Santiago Reyna