Por Casandra Quevedo
El colectivo “Mujeres que no fueron tapa“ surgió en las redes sociales para “hackear la cultura masiva que reproduce y construye estereotipos de género y mandatos”. Para romper con estos moldes que oprimen, llevan a cabo distintas acciones, talleres y publicaciones de concientización. Ahora, con la llegada del verano, lanzaron la campaña “Hermana Soltá la Panza“.
Una consigna para aprender a querernos
Desde sus diferentes redes sociales, la comunidad explicó cuál es el objetivo de la campaña: “Es estar cómodas donde sea. Ponernos lo que nos permita disfrutar y olvidarnos de nuestra apariencia y la verguenza que nos sembraron. Vestirnos de la manera que cada una quiera y no de la forma que nos dicen que debemos hacerlo”.
La consigna es que mujeres de todas las edades manden fotos y videos, junto con los relatos de sus experiencias personales, en donde se demuestre que han sufrido la exigencia de “meter la panza” en distintos contextos, o han llegado a odiar sus cuerpos por no cumplir con los estándares de belleza.
“Esa voz en nuestras cabezas, es la voz de una sociedad que nos dice todo el tiempo, a través de imágenes de cuerpos editados, que nuestros cuerpos están mal, que nosotras estamos mal, y que tenemos que hacer lo que sea para encajar”, explicaron.
Lala Pasquinelli, artista visual y referente de MQNFT, expresó que “esto no es una crítica a esas mujeres que encarnan el modelo hegemónico de corporalidad, sino al modelo mismo que nos exige a todos los cuerpos no tener tejido y enseñar los huesos, a pesar de que eso implica exponernos al hambre, a la desvitalización, a la extenuación física, a las cirugías”.
Relatos en primera persona
A partir de esta iniciativa, más de 1500 mujeres reflexionaron sobre la importancia de aceptar y habitar sus cuerpos, contano sus historias con el hashtag #hermanasoltalapanza.
“Me encanta entrenar, hace 30 años que voy a gimnasios y hoy por primera vez me animé a sacarme la remera y nos quedamos en top, mi panza y yo. Estoy muy feliz y muy agradecida”, expresó una de ellas.
Otra expresó: “Es la primera vez que me doy cuenta, a mis 38 años, que mi panza es normal, que es parecida a la mayoría de las panzas. Increíble cómo nos venden imágenes de cuerpo super minoritarios como si eso fuese lo normal o lo más común. ¡Qué loco hacer ese click y qué necesarios estos espacios para hacerlo!”.