“Como siempre decíamos, pareciera ser que Dios es argentino, porque tuvimos muchísima suerte; estábamos combatiendo contra la tercera potencia mundial y venían a aniquilarnos, porque son profesionales de la guerra y nosotros recién estábamos aprendiendo”. Con estas palabras, Norberto sintetizó parte del conflicto, en primera persona. En una cálida entrevista, revivió algunas de sus vivencias, en una historia que podría no tener fin.
Norberto, ¿cómo inició su historia personal a relacionarse con la guerra de Malvinas?
Durante la guerra de Malvinas, yo tenía 33 años de edad y era encargado de la sección de comunicaciones en la Fábrica Militar de Aviones y encargado de la Subdirección de Armamento Aéreo. Cuando en la milicia uno alcanza un cierto desarrollo de su carrera, ya no solicita hacer cursos de capacitación. Pero en el año 1982, me llegó un mensaje de Buenos Aires indicando que debía presentarme a realzar un curso. Una vez allí, nos enteramos que se trataba de una capacitación de SIEMENS, pero nos llamó la atención que todos los convocados éramos militares antiguos, conocidos entre nosotros, por ser pertenecientes al área de comunicación, en distintas partes del país. Pero el día 1º de abril, ingresó un Comodoro en el lugar donde estábamos desayunando y anunció que estábamos acuartelados y que no podíamos salir. En ese momento, supusimos que había un nuevo conflicto bélico con Chile. A la tarde, nos enviaron a instalar equipos especiales de comunicación en los aviones, especiales para la guerra.
¿Cuándo se enteraron que el conflicto era con los ingleses, por Malvinas?
El día 1º de abril, aproximadamente a las 22:30 hs. En ese momento, ingresó otro Comodoro y anunció la visita de un Brigadier. Este último fue quien nos informó que no solo estábamos acuartelados, sino que también estábamos en una operación secreta. Allí mismo, abrió un sobre en donde se indicaba el nombre de cada uno de nosotros y el puesto que debíamos ocupar. También nos enteramos que íbamos a tomar Malvinas.
¿Cuál fue la reacción de ustedes?
Fue una gran alegría para todos, porque desde que íbamos a la escuela, sabíamos que las Malvinas son argentinas y que los británicos la usurparon. Era la oportunidad de recuperar algo que nos habían robado. No es que seamos combatientes, sino que sólo queríamos lo nuestro. Pero el día 9 de abril yo vuelvo a Córdoba y, una vez aquí, pedimos autorización para poder ir a las islas. El día 13, llegó el mensaje que nos autorizaba ir hacia allí. Mi señora y yo ya teníamos dos hijos, así que hablé con ella y partí ese mismo día. Una vez allí, realicé todo lo referido a comunicaciones. Puerto Argentino manejaba la parte Este de la Isla Soledad y el resto de las islas estaban bajo responsabilidad mía, en cuanto a comunicaciones. Algo distintivo para comentar es que, con equipos auxiliares de comunicación, yo era quien me comunicaba a Córdoba con mi esposa (ya que en mi casa contamos con equipos de radio) para informar cómo estábamos y ella era quien se comunicaba con el resto de las esposas, para informar cómo estaban sus maridos.
Estar a cargo de las comunicaciones no significó estar exento del combate, ¿verdad?
En absoluto. En una etapa del conflicto tuvimos que construir nuestras trincheras, que son pozos de tres o cuatro metros de alto por ocho de largo y ocho de ancho. Las napas de agua estaban tan altas, que la mayor cantidad del tiempo lo pasábamos en el agua y, a causa de ello, muchos combatientes tuvieron “pie de trinchera”, lo que ocasionó muchas amputaciones de dedos y pies, debido a la tremenda humedad constante a la que estaban sometidos. En cuanto a mí, estuve muy cerca de perder la vida. El día 4 de mayo habíamos derribado a un avión del teniente Nicolas Tahailor y, consecuencia de ello, una de las bombas del avió (una bomba Beluga, que estaba prohibida por el Tratado de Ginebra) cayó y no explotó. El día 8, a las 20:30 hs, tuve la desgracia de pisar esa bomba con el Jeep que estaba manejando. Como el automóvil era británico (lo tomamos de un galpón Kelper), tenía el volante hacia la derecha. Si hubiese estado a la izquierda, la bomba me mataba. Aunque sí he perdido la audición del oído izquierdo y obviamente me salía sangre de la nariz, la boca y los oídos, por la fuerza de la onda expansiva. El mapa de Malvinas que tengo encuadrado (ver fotografía) es mi trofeo de guerra, ya que estaba en el interior del avió derribado.
Además, fueron prisioneros de guerra, ¿verdad?
Quienes teníamos cargos, fuimos tomados prisioneros de guerra para someternos a interrogatorios severos. En mi caso, me capturaron un 29 de mayo de 1982 a las 12 hs. Fue allí cuando tuvimos, lo que los ingleses llamaban, un “tratamiento especial”, es decir, nos torturaron para sacarnos información. En mi caso, tengo quemaduras de cigarrillos, marcas de cortes de cuchillos… la guerra es así. También, durante la noche, nos hacían permanecer en los “pozos de zorro”, llenos de agua helada. El día 11 de junio, nos comienzan a trasladar hacia Montevideo, Uruguay, como prisionero de guerra; una vez allí, nos liberan.
Pero para ustedes, la guerra nunca terminó…
Las secuelas post guerra fueron, para nosotros, una segunda guerra. Tuvimos que luchar contra la adversidad de un pueblo que nos olvidó, la superioridad que nos olvidó y un gobierno que nos súper olvidó. Recién en el año 2000, cuando sufrimos más de 400 muertes por suicidio, se comenzó a tomar conciencia y comenzamos a tener tratamientos psicológicos y psiquiátricos. A la actualidad, hemos superado los 649 muertos por combate, a causa del suicidio, los cuales llegan a casi 700. Hoy en día, tenemos problemas con nuestra asistencia y, en un momento, hemos llegado a perder prestaciones médicas porque el PAMI no cumplía con sus pagos.
Las secuelas post guerra fueron, para nosotros, una segunda guerra.
Tras esta historia presente, ¿qué significa Malvinas?
Malvinas se constituyó -por todo lo que dijo el enemigo, la Organización de las Naciones
Unidas y la Organización de Estados Americanos- en el hecho más importante y trascendental del siglo pasado para la República Argentina. Malvinas es un ícono para nuestro país y dejó 649 almas allá, custodiadas por tierra y mar.