Si la historia no se registra, tarde o temprano muere. Desde Expresión Norte queremos rescatar de las telarañas del olvido, a una institución social y deportiva que se gestó y desarrolló con espíritu de barrio, pero trascendió a toda la provincia. A través de testimonios, reconstruiremos parte de su pasado, de lo que alguna vez fue el punto de encuentro de toda la familia del Marqués. Enarbolado bajo los colores de la pasión, la camiseta lucía un rojo intenso cruzada en el pecho por tres tiras azules. Actualmente el predio, de lo que fue un lugar con brillo, se encuentra abandonado y destruido. El mismo se emplaza en las calles Pérez Correa casi esquina Tomás de Irobi.
Con impronta familiar, con alma de Primera
Hasta el día de su casamiento, Silvia Susana Sánchez vivió en barrio Marqués de Sobremoente. Durante su permanencia en el sector, fue parte del equipo de básquet femenino del club Estudiantes. Hoy, a sus 67 años, rememora junto a su hermano Jorge Alberto Sánchez, las vivencias compartidas en lo que fue el club de sus amores. Alberto hoy tiene 62 años, pero permanecen frescos en su memoria, los recuerdos vividos cuando formó parte de la Reserva del equipo masculino. Luis Sánchez (65), hermano de Silvia y Jorge, fue el Capitán del equipo ascendido a Primera, y hoy, comparte con nosotros algunos datos interesantes a nivel deportivo. El padre de los hermanos fue Don Antonio Lorenzo Sánchez Estévez, precursor de la fundación del club y presidente del mismo.
La génesis del club Estudiantes
(Habla Silvia Sánchez) Llegué al barrio Marqués cuando tenía 5 años de edad. En esa época, había una casa por manzano y había todo por hacer. Entonces nuestro papá, junto al señor Castillo, Salgado y Adén, hicieron el club, la capilla y el colegio Peter Pan. Recuerdo que ellos mismos construyeron el club, al punto que una noche se quedaron toda la madrugada haciendo el contra piso mientras las mujeres les cebaban mates. Nosotros los chicos, jugábamos en el lugar. A ese contra piso lo querían terminar para el Carnaval, porque para ese mismo año -1957- querían inaugurar el club, cosa que finalmente se logró. Para la fiesta de apertura se había contratado a una orquesta y a un faquir. En sus comienzos, el club no estaba ubicado donde se emplaza actualmente, sino que fue inaugurado en la esquina de Lorenzo Suárez de Figueroa y Pérez Correa, en un lugar donde le decíamos “La Olla”. En ese espacio, había una pequeña laguna formada por un canal que atravesaba todo el sector de lo que sería barrio Poeta Lugones y parte del Marqués; de ahí el nombre de “La Olla”. Por eso se había construido una escalinata que descendía hasta la olla para que la gente se bañara en el club. Poco a poco todo fue levantándose, a partir del esfuerzo en conjunto de todos los vecinos del barrio, porque los fondos se juntaban con los eventos que el club hacía: kermesse, festivales junto al colegio, ferias de plato, etc. Pero con el paso del tiempo, el terreno había quedado chico, a lo sumo tenía 500 metros cuadrados. Por eso, no recuerdo si por medio de la municipalidad, en el año 1965 (aprox) pudieron conseguir el predio que podemos ver actualmente.
¡Estudiantes, es de Primera!
(Habla Luis Sánchez) Algunos de los primeros jugadores que hubo en el club fueron nuestro tío Sánchez, Julio Charre, Toledo y Salgado. Yo comencé a jugar en el año 1965 aproximadamente, y en el año 1970 ascendimos de Segunda División a Primera B, y en el año 1972/73 ascendimos a Primera División, luego de jugar y ganar las dos finales contra Empalme en la cancha de Atenas. Luego de dos años de permanencia jugando contra Belgrano, Instituto y Atenas, descendimos. Los grandes jugadores de esa proeza fueron Osvaldo Juárez, Carlos Fabre, Mario Mol, Tito Damino, Eros Antonioli y yo. Después del ascenso, Juárez fue a jugar a Talleres, Antonioli a Instituto y Fabre a Redes Cordobesas. Los demás, nunca nos fuimos del club y morimos con la camiseta puesta. La época dorada del club fue en esos años de Primera, pero sucedió que todos los clubes grandes de Córdoba desarmaron el equipo comprando los jugadores, por esa razón es que a nivel deportivo luego decaímos.
Recuerdos inolvidables
(Habla Silvia) Desde pequeña, siempre me gustaba bailar danzas, y en el club nos daban la oportunidad de presentarnos a través de la escuela Peter Pan. También recuerdo cuando toda “la barra” íbamos a los bailes del club. Ese lugar era nuestro punto de encuentro de todos los amigos y vecinos del barrio. Vi mucho la lucha de mi papá y el señor Comelli para mantener el club, porque entre ellos dos se turnaban para ser los presidentes. En aquel entonces, quien ocupaba ese puesto, era sinónimo de que tenía que poner plata de su bolsillo. No se cobraba cuota, ni había otra fuente de ingreso, solo la buena voluntad de la gente.
(Habla Luis) Recuerdo el trabajo que nosotros mismos hacíamos para que el club creciera. Por eso organizábamos fiestas y eventos para comprarnos las camisetas, o para comprar la primera pelota de caucho, porque antes usábamos pelotas de cuero que las cocía Don Atilio Revelli, quien vivía a dos cuadras del club. Esas pelotas de cuero eran un desastre para picarlas, porque se ovalaban muy fácilmente.
(Habla Jorge) El señor Comelli fue el alma del club, y el club murió cuando él falleció, porque no hubo quien agarrara la posta. Fue así, que el predio solo sirvió para las canchas de bocha. Desde ese momento, Estudiantes dejó de ser familiar. Durante esa última época, yo estaba estudiando el Profesorado en Educación Física, y ofrecíamos clases recreativas de Educación Física para los niños del barrio los sábados a la mañana. Comelli murió a mediados de los años 80, y desde ese momento, no hubo recursos para mantenerlo. El club tampoco tenía muchas actividades para ofrecer, salvo la cancha de básquet, y por eso tampoco se podía cobrar una cuota. En un momento se pensó construir una pileta para justificar la cuota, pero era una inversión muy grande que no se pudo hacer.
Una campeona de pura estirpe
Mónica Ordóñez fue integrante del primer equipo de básquet femenino del club Estudiantes. Su grupo logró grandes conquistas para la camiseta, y hoy, a sus 59 años de edad, rememora estas y demás vivencias de aquellos años.
Mónica, ¿cómo fue la llegada del equipo femenino de básquet a Estudiantes?
El primer equipo de básquet femenino de Estudiantes surge a partir de la escuela Peter Pan, cuando éramos estudiantes de esa escuela, a los 13 años de edad. Para educación física, la profe había formado un equipo de Pelota al Cesto. Como éramos muy buenas, ella nos animó a formar un equipo de básquet y a ser parte de Estudiantes. Así fue nuestra llagada al club, en el año 1969 ó 70, y la primera entrenadora del equipo femenino fue nuestra profe.
Ustedes también lograron ascender, ¿verdad?
Así es. Cuando conseguimos un entrenador, comenzamos a perfeccionarnos. Un año después de nuestra llegada, el equipo se federalizó ante la Liga Provincial y pocos meses después salimos campeonas de la provincia ascendiendo a la máxima categoría cordobesa. Pero permanecer en la Primera fue durante un breve tiempo ya que descendimos poco después. Alicia Mansilla, Silvia Dávila, Alicia Murua y Giménez fueron algunas de las primeras integrantes del equipo. También participamos muchos años en los Juegos Evita y en 1974 salimos campeonas provinciales en Embalse de Río Tercero. En estos juegos participamos como Cadetes y luego como juveniles.
¿Cuántas jugadoras conformaban el equipo?
A medida que nos fuimos profesionalizando, algunas mujeres dejaron de jugar, por lo que el equipo finalmente quedó conformado por 15 mujeres aproximadamente; un buen número, ya que en esa época no era muy corriente que la mujer jugara a este tipo de deportes. El club tenía también un muy buen equipo de vóley federado que jugaba muy bien.
¿Cuántos años jugó en el club?
Jugué desde los 13 años hasta el año 1982, dos años después desde que me casé. A mi marido lo conocí a través del club, en una de las kermeses que se organizaban para recaudar fondos. Él jugaba en el club El Ceibo, y su primo en Estudiantes. Por esta conexión es que en una de esas Kermeses Ricardo y yo nos conocimos.
Después de una historia tan rica, ¿cómo fue posible que el club decayera y dejara de existir?
Las causas específicas no las conozco, pero desde mi parte, puedo decir que los bochófilos eran muy celosos del club, y aparentemente no querían compartirlo demasiado, por lo que tuvimos algunos palos en la rueda los deportistas del club. Creo que eso fue lo que hizo que Estudiantes decayera. Pero por suerte, luego de que salimos campeonas, algunos de ellos comenzaron a aceptarnos un poco más. Pero ahora, me provoca mucha tristeza saber que el club no existe más, porque lo recuerdo con mucho movimiento y lleno de vida. Allí pasé muchos momentos de mi vida y tengo miles de recuerdos. Recuerdo que hacíamos rifas para colocar los tableros de vidrio, que eran una novedad en esa época, porque hasta ese momento eran de madera. Luego compramos el equipo de ropa. Todo era con el trabajo propio, fue un club hecho “a pulmón”.
Nota original: redactada por Javier Alday y publicada en Expresión Norte en marzo de 2017.