Nota escrita por: Arq. María Gabriela Barabino
“Giobatta Filippo Barabino”, o “Felipe Barabino”, nació en Italia, en la ciudad de Génova, un 4 de abril de 1858. Siendo ya un hombre, había inmigrado junto a su hermano a Argentina y su único tesoro era ser horticultor y agricultor. Al principio vivió en Buenos Aires junto a su hermano músico.
Su labor cotidiana en aquella época era trabajar con viveros, realizar plantaciones de árboles ornamentales y parquizaciones. Es así que hacia 1880 fue convocado para realizar la parquizacion de la Ciudad de La Plata, capital de Buenos Aires, fundada el 27 de abril de 1882 por el gobernador Dardo Rocha. Allí, Felipe Barabino, pudo demostrar todos sus conocimientos y cualidades para el trabajo que más le apasionaba: los árboles y las plantas ornamentales.
Luego de la inauguración de La Plata, desde Córdoba, al ver aquel trabajo tan bien logrado, fue convocado junto a otros para realizar otro reto. Por el 1890 el Arquitecto paisajista francés Carlos Thays diseñaba para la Córdoba del siglo XIX el Parque Sarmiento, y Felipe Barabino se trasladó a Córdoba para trabajar bajo la supervisión de Thays para forestar un hermoso parque que hasta el día de hoy desfrutamos de tan bello pulmón en nuestra ciudad.
Uno de sus aportes a la ciudad fue la introducción de un árbol muy ornamental, por el color de sus hojas y sus flores perfumadas, el árbol de Magnolia, que por aquel entonces en Córdoba no existía.
Acá conoció a la que fue su esposa, una francesa llamada Maria Gayet, casándose con ella a los 32 años de edad. Años después compra su primera porción de tierra al Noroeste de Córdoba, para tener su propia quinta, en lo que hoy conocemos como Los Boulevares, allí vivió con su esposa y tuvieron 7 hijos, 5 varones y 2 mujeres. Al tiempo compra más tierras, en el área por lo que hoy se conoce como Avenida Japón, para seguir con más quintas de árboles frutales, y la final adquiere la última porción de tierra, en un lugar que se llamaba Kilómetro 3 ½, hoy barrio Las Magnolias.
Allí construyó la casa de sus sueños, todo rodeado por árboles, palmeras y obviamente su amor, los árboles de magnolias, llamando así a la casa, La Magnolia. La casa daba, por un camino de palmeras y magnolias al camino por entonces conocido como “Camino a Pajas Blancas”, hoy Avenida Monseñor Pablo Cabrera.
Allí vivió con su familia, y siguió trabajando con sus producciones de frutas.
Su producción entre otras cosas era de damascos, peras, ciruelas, y duraznos. Cerca a la quinta pasaba un canal, el cual se abría 2 veces a la semana para el riego de los árboles frutales. Hoy ese canal no está más, y pasaba por lo que hoy es el barrio Poeta Lugones.
Por aquella época, en Córdoba se realizaban exposiciones anuales de frutas, en la cual durante 5 años ganó el primer premio, obteniendo diplomas y medallas de oro por su labor.
También obtuvo menciones especiales, al crear por medio de injertos, un durazno muy particular por su tamaño y su sabor, el cual llamó durazno “novedad de Córdoba”
Entre sus 5 hijos varones estaba Pedro Enrique Barabino “Tito” (mi nono) el cual se casaría y viviría con su mujer, en la casona, junto a su padre, para trabajar con él, y seria quien, al morir Felipe, se encargaría de la quinta La Magnolia, las otras quintas (la de los Boulevares y la de avenida Japon) quedarían en el manejo de sus otros hermanos.
Al morir Felipe, Tito mi Nono, siguió con la labor de su papá, ocupándose de la quinta. Fruto de su matrimonio con Sara, tendrían tres hijos, 2 mujeres y un varón, Antonio Felipe Barabino, (mi papá).
Para 1950, Tito que ya estaba muy enfermo y al no poder ocuparse de la quinta, sumado a que , como era de esperarse, la ciudad venía en un crecimiento abismal hacia el noroeste: en 1957 se realizó la urbanización y loteo de lo que era la quinta. Se demolió la casona, se sacaron todos los árboles y solo quedaron algunas palmeras, que si se presta atención, aun perduran frente a la ruta Monseñor Pablo Cabrera.
Nacía un nuevo barrio, ya no quedaban vestigios de lo que en tiempos atrás era una quinta de frutales con su casona.
Pero se tuvieron en cuenta algunos detalles…..al elegir el nombre de este nuevo barrio, en honor a los árboles que decoraban la entrada a la casona, se decidió que se llamara “Las Magnolias”. Además, se decidió que la primera calle paralela a la ruta llevara el nombre de la ciudad natal de Felipe Barabino, “Cuidad de Génova”, y por último, una de sus avenidas principales llevaría su nombre, Felipe Barabino, calle que conocemos como Santiago Baravino. Se cuenta que, como después se urbanizó Poeta Lugones, y como dicho barrio lleva en sus calles nombres de poetas -y como la calle Felipe Barabino atravesaba ambos barrios, y Felipe no era ningún poeta- se decidió cambiarle el nombre por un poeta que se llamara así, pero no tiene nada que ver con la familia. Vale la pena aclararlo, ya que muchos creen lo contrario. Justo y atinado seria que recuperara su nombre original. Conservo el plano del loteo de Juan A. Meade, donde figura el nombre de Felipe Barabino.
Anécdotas hay cientas… También cuentan mis tías, que era muy común que “Jardín Florido” viniera muy seguido a visitar a mi nono, y compartir largas charlas.
En fin, ésta es solo la breve síntesis de una pequeña parte de la historia de la familia Barabino, creadores de la quinta La Magnolia, y un sentido recuerdo y homenaje a mis bis abuelos paternos, un italiano y una francesa, ambos inmigrantes, que unieron sus vidas aquí en argentina trabajando con amor y mucho sacrificio para hacer de este país su segunda patria.