Por: Padre Hernán Ceballos (@phenanceballos)
¿Qué es la normalidad? La primera respuesta que se me viene es que no hay respuesta correcta. Si uno le pregunta a Google, esa empresa te contesta que la normalidad es la “cualidad de lo que se ajusta a cierta norma o a características habituales o corrientes, sin exceder ni adolecer.” Algunas ciencias afirman que la normalidad se aplica a todo aquello que se halla en su estado natural, a todo aquello que sirve como norma o regla.
Si integramos lo aprendido en la pandemia de la Covid19, lo normal ¿Es estar distantes? Personalmente creo que le erramos bastante al hablar de distancia social y no de distancia corporal. La distancia corporal de al menos dos metros entre personas será la que tendremos que seguir manteniendo en esta nueva normalidad. Esto no está en discusión en este escrito. Lo que si quisiera poner en discusión es una distancia social que existía antes de la pandemia y hoy continúa.
Paso a detallar los síntomas de ese “distanciamiento social” que vengo contemplando en estas casi cuatro décadas de vida. Socialmente nos distanciamos para protegernos de las violencias, construimos muros, nos peleamos por partidismos, armamos sectas cerradas, nos ponemos pañuelos, discriminamos al distinto, nos dividimos por prejuicios, nos calificamos en clases.
“Personalmente creo que le erramos bastante al hablar de distancia social y no de distancia corporal”
Nuestra ecología nos viene gritando que esos distanciamientos sociales dejan lugar a que se siga desforestando los bosques cordobeses se extingan especies, se intoxiquen las aguas, se malgaste la tierra sin respiro, se incendien las sierras, se acumule basura sin reciclar ni generar tratamientos sustentables de los residuos. La lista es mucho más larga.
Soy sacerdote católico y tengo que admitir que hacia adentro de la Iglesia también sufrimos del distanciamiento social, ya que nos distanciamos por fariseísmos, nos creemos dueños de la moral, fomentamos clericalismos (que sería el patriarcado eclesial de laicos y consagrados), soportamos corrupciones por muchos años (hoy creo que hemos cortado), nos creamos un mundo lejano a las vidas de las personas concretas, pero sobre todo nos distanciamos porque nos deshumanizamos.
Y esto último nos estaría haciendo falta en muchos aspectos de la nueva normalidad… ¿Y si nos humanizamos todo el día? Me animo a proponer cinco claves para vivir día a día esta nueva normalidad, siguiendo las enseñanzas de un texto de una mujer cordobesa llamado “La ascesis de la normalidad”.
REALISMO: Aceptar y respetar a todos y sus
circunstancias.
IDENTIDAD: Aceptar realistamente quien soy.
OBLATIVIDAD: Abrirme a dialogar y ayudar en
lo que me sea posible.
COHERENCIA: Integrar los que soy y lo que
hago y comunico de mí.
ALEGRÍA: Dilatar el corazón con la libertad
interior y en la belleza exterior.
Seguramente vos encontrarás muchas opciones más para esta nueva normalidad. ¿Qué normalidad queremos para nuestros barrios?…