Por Casandra Quevedo
La Coca-Cola es adictiva y no solo por su sabor incomparable. Adrián Ambasch descubrió uno de los lados que no todos conocen de la bebida más elegida a nivel mundial. El periodista cordobés es uno de los tantos coleccionistas del país y uno de los más grandes que hay. Su relación con las botellas y latitas de Coca se volvió un gran amor, de esos que te llevan a coleccionar momentos que quedan en la memoria para siempre.
Justamente, eso es lo que genera el coleccionismo: encontrar detrás de un objeto muchos significados, historias y vínculos. En fin, encontrar “vida”. Adrián explica parte de esta pasión que se convirtió en uno de sus motores desde los años 90, y es invaluable por la cantidad de hechos culturales que representa a lo largo del tiempo.
¿Cómo y cuándo comenzó tu pasión por juntar latitas de Coca-Cola?
El comienzo no tiene una fecha exacta, fue algo que se dio progresivamente. A comienzos de los años 90, tras un viaje a Chile, me traje unas botellas de Coca que me parecieron simpáticas y las guardé de recuerdo. Después, al salir algunas ediciones especiales como la visita de los Rolling Stones a nuestro país; y de eventos deportivos como los Juegos Panamericanos de Mar del Plata de 1995, la Copa América de fútbol 1995, los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y el Mundial de fútbol de Francia 1998. Me gustaban los diseños y me parecía un lindo recuerdo. Ese puede ser un punto de partida para el comienzo en el coleccionismo.
¿Cuántas latas y botellas tenés actualmente después de tantos años de coleccionarlas?
Actualmente tengo cerca de 800 latas y 500 botellas de vidrio y de aluminio, básicamente de Argentina pero también de todos los países del mundo.
¿Tenés alguna preferida por su historia o lo que te costó conseguirla?
Una de mis botellas preferidas es la del Mundial de fútbol de Argentina 1978, ya que fue de las primeras ediciones limitadas que salieron y remonta a un momento histórico del deporte argentino.
¿Hay alguna lata que tenga mucho valor y que aún no hayas podido conseguir? ¿Cuál?
No tengo un lata o botella en particular que esté buscando. Cada pieza nueva que se consigue o te regalan es una alegría. Lo bueno del coleccionismo es que siempre quedan muchísimas cosas por conseguir y que todo el tiempo están saliendo nuevos objetos. Más todavía, al ser una marca internacional como Coca Cola.
¿Qué es lo mejor de ser coleccionista?
Lo mejor de ser coleccionista es que te permite despejar la mente de todas tus actividades diarias, interesarte en otras cosas y también conocer a mucha gente, con las cuales se establecen muy lindos vínculos. Además, ver la buena voluntad de personas que encuentran algún objeto valioso y te lo regalan o te lo traen de algún viaje.
Cada coleccionista es diferente, pero yo trato de disfrutar de los objetos que tengo y no pensar en los que me faltan. En los últimos años, por la globalización y por Internet, creció muchísimo el comercio en relación al coleccionismo. Yo soy de la vieja guardia y disfruto más de las cosas que unos mismo consigue o le regalan, que las cosas que se compran por plataformas como Mercado Libre o Ebay.
¿Sos socio de algún club de coleccionistas?
Si, yo soy socio del club de coleccionistas de Coca-Cola en Argentina. Está bastante organizado. Todos los años hacemos un evento grande en La Rural, pero en el 2020 no se pudo hacer por el coronavirus. Siempre la exposición es grande, yo no expongo porque no puedo llevar todas mis cosas, pero voy a hacer algunos intercambios, ver objetos nuevos y reunirme con los otros coleccionistas.
¿Alguna anécdota divertida sobre la forma en que llegó una latita a vos?
Hay muchas anécdotas, siempre es divertido escuchar cuando la persona que te trae algo te cuenta como lo consiguió o donde lo compró. Creo que algo que sintetiza todo es el particular momento de tratar de cerrar la muy cargada valija o mochila, cuando uno regresa de un viaje con todas las botellas que consiguió en el camino. Afortunadamente, por mi trabajo, pude viajar bastante y disfruto mucho de la búsqueda de nuevas botellas en kioscos, supermercados o sitios de antigüedades.
¿Pensás dejar de coleccionar algún día y dejarle ese legado a alguien?
Por ahora no tengo pensado dejar de coleccionar. Seguramente, si algún día me canso o tengo inconvenientes de espacio (el gran problema de los coleccionistas), veré de poder dejarle las cosas a alguien que tenga la misma pasión que yo.
Sin dudas, el mayor legado del periodista está en las anécdotas que están detrás de las botellas y son el mayor tesoro de su vida. Adrián Ambasch es un “coleccionador de momentos”.